Por: Carlos Santa María
Después de las revelaciones de un agente de la CIA explicando cómo influye esta agencia en los medios masivos de desinformación con el fin de instaurar una matriz acorde con los intereses de las clases dominantes, queda claro que la herramienta comunicativa no sólo es subjetiva si no que está al servicio de grupos poderosos que utilizan dichos instrumentos para posicionar la narrativa que desean.
Así, es factible ocultar una realidad o hacerla visible dependiendo de lo que les sea útil, deformando una situación o creando distractores que llevan al espectador audiovisual a concentrarse en temas que son secundarios, pues la idea es que no se entienda lo que exactamente sucede para manipular la mente colectiva y también desatar campañas de odio transnacionales.
En el caso de las recientes elecciones de medio término en Estados Unidos quedó muy claro que la lucha se centró en la competencia por la Cámara o el Senado relacionando la toma de estos recintos con una debilidad o fortaleza del gobierno Biden, evadiendo hablar de lo principal cual es la caótica situación económica y social que vive dicho país donde el racismo se ha vuelto cada vez más fuerte y la pobreza ya alcanza a un quinto de la población. Unido a los mecanismos de selección por cada región o estados sin una autoridad nacional que coordine, los tiempos, nombramientos y priorización son relativos.
«Es factible ocultar una realidad o hacerla visible dependiendo de lo que les sea útil, deformando una situación o creando distractores que llevan al espectador audiovisual a concentrarse en temas que son secundarios».
Lo esencial no expuesto públicamente es que dos partidos representantes de los poderes más ricos de la nación, Republicanos y Demócratas, llevan más de siglo y medio repartiéndose el Estado sin dejar que otra organización política pueda disputar una opción de poder real. Estar por fuera de ellos es no tener opción alguna de ejercer proyectos transformadores.
Cabe señalar que ideológicamente ambos son semejantes. No sin razón Barack Obama mantuvo durante sus ocho años de mandato al país en guerra (siendo Premio Nobel de la Paz), y sus consiguientes mandatarios igual. Saber esto es conocer modelos de elección “diferentes” y no tan ejemplares.