Por Mauricio Fernando Muñoz Mazuera
En entregas pasadas comencé a contarles el cuento de un conocido que terminó llegando a la alcaldía de cierto municipio y que durante su gobierno lo único que ha dejado es desatinos a diestra y siniestra.
Por ejemplo, escoge en concurso público, la construcción de monumentos sin ningún atractivo para propios o visitantes convirtiendo la obra, con seguridad, en un detrimento patrimonial enorme, pero como existe un comité de aplausos muy bien establecido, así se hable con fundamentos, nada tendrá sentido pues, mi conocido es receptáculo de una «sabiduría» insuperable, igual de insuperable que el padecimiento que tienen que sortear los conductores o transeúntes que deben recorrer la salida al sur de mi municipio, en donde los ingenieros se reúnen para todo, menos para hacer avanzar las obras de este lugar, que no solo se ha convertido en un calvario para el tránsito de vehículos, sino en un foco de delincuencia aún mayor de lo que era meses atrás, pero no hay problema, con un concurso de alcaldías, de esos que premian todo, menos la realidad, se tapa la boca de los detractores de la administración.
Días atrás, mi ex amigo que ahora es alcalde de un bello municipio a los pies de un volcán, emitió un decreto en donde regulaba el precio del servicio de taxi, según el escrito, después de un sin número de estudios y contando con la revisión exhaustiva, la tarifa mínima en dicho transporte se estableció en 5.500 pesos, o como dirían ahora, dólar y centavos, cuando leí esto no pude contener una fuerte carcajada pues fue la muestra inequívoca del nulo conocimiento que tiene este personaje de las realidades del municipio que, supuestamente lidera, hace siglos los taxistas cobran este valor al prestar su servicio de transporte, es más, tomar el servicio prestado por los estos se ha convertido realmente en un problema puesto que, no hay techo real en los cobros que hacen, no respetan decretos o similares, ellos deciden cuánto cobran y si no le gusta al usuario, llega su tradicional frase «para allá no voy». Con seguridad este decreto como tantos otros que se han expedido durante esta administración, solo servirán para rellenar el año viejo al finalizar este año.
Pero puede haber algo peor que mi conocido como alcalde de esta ciudad, y es que lo reemplacen en las próximas elecciones sus lacayos que, estuvieron desde el mes de enero de 2020 en campaña política para sucederle. En cuánta inauguración de obra había, estaban presentes para ser vistos por los ciudadanos, por ellos pasaban decisiones trascendentales de cualquier esfera, más que al propio alcalde, a estos personajes se les conocía la voz por sus constantes entrevistas y discursos al inaugurar obras inconclusas, aunque eso sí no se puede negar, el alcalde de mi municipio de discursos y entrevistas sin libreto, ni fue ni fa.
Con esta reflexión aspiro que ustedes, queridos lectores, piensen si viven una situación similar, y si es así, tengan mucho cuidado en las elecciones venideras, falta un año para ellas, pero algunos ya están saliendo de sus trincheras para mostrarse como gente amable y trabajadora, no se deje engañar, ellos no van a gobernar, serán los mismos de siempre que buscan perpetuarse en el poder en cuerpo ajeno, aquellos que no piensan en el pueblo y su beneficio, por el contrario, somos los “bobos” útiles que terminamos llevando al poder a déspotas y gente sin preparación a dirigir los destinos de la ciudadanía.

