POR: ALEJANDRO REYES
Se ha preguntado de dónde viene la leche que consume. Se pregunta cuando compra alimentos de dónde vienen. Es una pregunta interesante ¿no le parece? Sobre todo porque la posibilidad de tratar de hacerle un frente a la crisis climática está particularmente relacionado con nuestras formas de consumo, y específicamente con la construcción de mecanismos de consumo consciente que nos permita saber que cada peso que ponemos para nuestro consumo, particularmente en alimentación, sea para apoyar proyectos que producen sosteniblemente, y no a costa de la vida de los bosques, páramos y ecosistemas estratégicos en Nariño.
En diciembre 2021 y enero de 2022 fue tristemente célebre y mediático algo que es vergonzosamente frecuente en muchas de las fronteras agrícolas de alta montaña, me refiero al caso de la destrucción de 500 has. de páramo en el complejo paramuno Chiles-Cumbal. Aún hoy, casi un año después de su denuncia y de su boom mediático, este caso de absoluta gravedad en el marco de la justicia ambiental sigue sin respuesta, como siguen sin respuesta muchos de los crímenes que en materia ambiental suceden en el departamento.
Sin embargo, esta incapacidad institucional para resolver un crimen de estas proporciones (aunque todo el mundo conozca a las personas que lo hicieron) no es el eje central de esta columna, la presión que viven los páramos como cuna del agua sí.
Los páramos de Nariño hoy están bajo el asedio de tres problemas muy serios, todos relacionados con el ser humano y sus formas de habitar y coexistir en estos territorios. 1. La fuerte afectación que hoy viven por cuenta de la ganadería lechera y los cultivos de papa y cebolla (siendo los más representativos, pero no los únicos), 2. El aumento del turismo comunitario y empresarial al páramo está enfermándolos generando gravísimos problemas fitosanitarios ya reportados en los páramos de El Fraile, Paja Blanca, Ovejas Tauso, El Encano. 3. La crisis climática está empezando a sacudir los equilibrios ecológicos y poco a poco va a llevarnos hacia su triste desaparición tal como está sucediendo con las cumbres blancas del país, los nevados.
Cuando compre sus alimentos asegúrese de que no están logrados con la vida de los páramos o de los bosques, de la fauna o de cualquier contra forma de vida con la cual compartimos este paraíso. Una acción tan sencilla como comprar conscientemente puede ser la diferencia entre seguir en este suicidio colectivo, o realmente hacer algo para salvar nuestra existencia en el planeta, porque claro, apreciado lector o lectora, con la crisis climática venimos acelerando una sexta extinción masiva, y al final de la cadena el planeta seguirá andando, con homo “sapiens” o sin él.

