POR: PABLO EMILIO OBANDO
Para Margarita Rosa de Francisco el mundo es como es, es decir que no se puede pretender cambiar el orden existente. Quien lo intente es, simplemente, un utopista o un mentecato de siete suelas. Quizás no se equivoque en sus apreciaciones y se debe aceptar que la humanidad es un caso totalmente perdido. El orden existente no permite cambios a las estructuras políticas y económicas.
En política ocurre que quien quiera destacarse debe traicionarse a sí mismo. Olvidarse de querer transformar el establecimiento y dejar de exponerse a burlas, indiferencia o ultrajes. Nada importa la capacidad o la inteligencia, nos gobiernan los oportunistas que no tienen recato alguno en entregar a su pueblo y su gente a la rapacidad de los empresarios electorales. De nada sirve, según la Niña Mencha, exponerse con verdades y diatribas.
«El mundo, Niña Nencha, es así, de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue vivimos revolca’os en un merengue y, en el mismo lodo, todos manosea’os».
El mundo es como es, ya lo dijo Discépolo en su famoso Cambalache, hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador, todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor. Y quien quiera negarlo o cambiarlo, encontrará la burla de la chusma y el ultraje del poderoso gil.
De acuerdo a sus palabras Colombia es una porquería que nadie puede cambiar. Un caso perdido de miseria y corrupción. Y la mejor alternativa es fingir que nada pasa, que todo está bien, que la banca es algo regio y el poder una ilusión. De nada sirve la inteligencia, la cordura y sensatez, brilla quien sabe venderse al mejor postor.
El mundo es como es. Como seguirá siendo, y tal vez sea cierto que es mejor que esta bípeda especie termine de sucumbir, que se ahogue en sus miasmas y se agite en su fétido olor. Cambalache de no creer, de espanto y dolor. Donde abunda la pobreza en medio de la opulencia y eso es lo normal.
El mundo, Niña Nencha, es así, de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue vivimos revolca’os en un merengue y, en el mismo lodo, todos manosea’os.

