Jorge Carvajal

De las brujas y otros demonios

POR: JORGE HERNANDO CARVAJAL PÉREZ

Hoy, a una semana para la fiesta de Halloween, en plena temporada de brujas, recuerdo que mi primer contacto con lo oculto lo tuve a finales de 1979, cuando era un periodista menor de edad e indocumentado, como diría Gabriel García Márquez.

Ese año el gran boom en el ámbito deportivo nacional era la posibilidad de que el América fuera por primera vez campeón del fútbol profesional colombiano, por lo que en Cali había una enorme expectativa. Fue entonces cuando mi jefe de redacción me encargó que hiciera un informe con todas las brujas, brujos, adivinas y adivinos de la ciudad, a quienes les debía preguntar si el América iba ser campeón.

No sé cómo será ahora, pero en aquella época había por lo menos un consultorio de pitonisas y pitonisos en cada barrio de Cali, por lo que el trabajo fue arduo.

Fue así como tuve contacto con hombres y mujeres, quienes afirmaban que podían ver en las manos o en las cartas el futuro de las personas, en tanto que otras y otros, utilizaban espejos o platones llenos de agua para ver ‘reflejado’ el destino de sus clientes, en tanto que otras y otros se jactaban de su promiscuidad con los espíritus; aseguraban que los podían invocar en cualquier momento y ellos responderían de inmediato a sus llamados de ultratumba.

Después de la décima visita me convencí, opinión que compartió el reportero gráfico que siempre me acompañó, Jorge Hernán Sánchez, que ese grupo de damitas y caballeros no era más que una partida de timadores, así hayan dicho que América iba a ser el campeón, cuyo principal objetivo era sacarles la platica a los incautos.

Pero una tarde, fuimos a parar al consultorio de una adivina que un amigo me había recomendado como extraordinaria.

Era en pleno centro de Cali y lo que nos dejó boquiabiertos al fotógrafo y a mí, fue su impresionante belleza y juventud, puesto que no pasaba de los 25 años de edad.

Le hicimos entonces, el consabido interrogante sobre el título del América a lo que recibimos la siguiente respuesta: “No pregunten pendejadas y dirigiéndose a mí me dijo “a ver le echo el Tarot”, al tiempo que colocaba sobre la mesa unas cartas redondas. Entonces me dijo: “No sé nada del América, pero lo que sí le puedo asegurar es que en dos días usted y su compañero van a estar volando encima del mar”.

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No teníamos ningún viaje programado, así que con la experiencia negativa que teníamos con sus colegas no le creímos nada. Pero dos días después, el 12 de diciembre pasadas las 3 de la mañana, un fuerte temblor sacudió a Cali y pasadas las 6 de la mañana pasó a buscarme el carro del periódico.

“Lo necesita el doctor Lloreda”, anunció el motorista. Cuando llegué me dijo “ayudémonos con ese maremoto de Tumaco, porque Galviz amaneció muy agripado.  Ya alquilamos una avioneta, allá está el reportero gráfico, que lo lleven ya al aeropuerto”.

Y sí, como ustedes ya lo habrán adivinado, el fotógrafo era Jorge Hernán Sánchez y poco después volábamos sobre un embravecido mar Pacífico, rodeando a numerosas poblaciones nariñenses totalmente destruidas.

Bueno, al menos una de las brujitas no fue un fraude y ello seguirá siendo un gran misterio para mí. Y sí, el América quedó campeón por primera vez el 19 de diciembre de 1979.