Por Ricaurte Losada Valderrama
Como sucede en Colombia, en Brasil, si ninguno de los candidatos presidenciales obtiene la mitad más uno de los votos, como pasó en el gigante latinoamericano, se lleva a cabo una segunda vuelta que en este caso se hará entre el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y el presidente Jair Bolsonaro, el primero de los cuales le sacó al segundo un poco más de cinco puntos porcentuales de la votación, hecho que coloca a Lula ad portas de ser nuevamente presidente, pues obtuvo una distancia considerable, difícil de contrarrestar de aquí al treinta de octubre cuando se realizará la elección definitiva.
Los brasileños también eligieron a 27 gobernadores, 513 diputados, una tercera parte del Senado y a los miembros de las asambleas estatales, como debiera hacerse en Colombia, pues en nuestro país hay muchas elecciones -las de presidente y vicepresidente que no pueden coincidir con otra, las de Congreso, en las cuales sucede lo propio y las departamentales y municipales para elegir gobernadores, diputados, concejales y ediles que tendremos el año entrante que ya muy pronto llega-.
En Colombia debiera disminuir el número de elecciones, pues siendo estas indispensables, no debieran ser tantas para no fatigar a los electores, hecho que además atenta contra la participación y, por ende, contra la democracia”
Esta coyuntura de cambios en Colombia debiera aprovecharse para disminuir el número de elecciones, pues siendo estas necesarias, o mejor, indispensables, no debieran ser tantas para no fatigar a los electores, hecho que además atenta contra la participación y, por ende, contra la democracia y también debe tenerse presente que las elecciones cuestan, pero el monto no debe ser tanto como en nuestro país que vive en constante déficit fiscal.
En Brasil fueron convocados más de 156 millones de ciudadanos, de los cuales acudieron a las urnas para la primera vuelta presidencial, más de 123 millones, pues en esta democracia que se ubica en las diez economías más importantes del planeta, el voto es obligatorio, como debería ser también en Colombia para derrotar la abstención que es uno de los principales enemigos de la democracia, pero también para combatir la corrupción, en razón a que siendo el voto obligatorio esta se combatirá y que es sin duda uno de nuestros principales y más inquietantes flagelos, razones por las cuales en la reforma electoral que se haga, ojalá que finalmente se de este paso, así sea comenzando de manera transitoria, hecho que permitiría darnos cuenta de las bondades de esta medida que fortalecería nuestra recortada democracia.
Es de tener en cuenta que en el Brasil está también prevista la segunda vuelta para la elección de gobernadores, cuando los candidatos a esos cargos no obtienen la mayoría absoluta, como estamos en mora de establecerlo en Colombia, donde elegimos gobernantes locales por unas minorías, lo cual hace que de entrada no tengan suficiente legitimidad para gobernar.
En todo caso, lo más seguro es que Lula consiga un tercer mandato, al haber obtenido en la primera vuelta el voto de unos 56 millones de brasileños, contra 50 millones del presidente Bolsonaro, cifras estas que con los votos de los candidatos minoritarios representan una amplia participación, en la cual los resultados mostraron datos muy diferentes a los que reflejaban los sondeos, pues 48 horas antes de las elecciones colocaban a Lula con un 50% de los votos y a Bolsonaro solo con un 36%.

