German Caicedo

La economía para la paz

Por: Germán Caicedo Mora

Mientras el hombre integre la sociedad tiene el deber de articular la economía y la paz; lo cual, para determinadas tendencias de pensamiento, será una constante, hasta cuando las condiciones terrenales brinden los espacios vitales de crear los lazos de interacción, que la misma especie humana requiere para las dimensiones de formación cultural, el conocimiento, la ciencia y los grupos e instituciones sociales; éstas dinámicas, son esenciales para alcanzar ese deber y contribuir como especie, en el abnegado destino de persistencia y más evidente, ser corresponsable en la supervivencia naturaleza – humanidad.

  Construyendo desde los elementos expuestos, una línea que nos ubique en el recorrido de la sociedad colombiana, observaríamos que la historia nos muestra información a partir de diversos hechos socioculturales, político, económicos y ambientales de la situación del país, que ayuden a comprender de dónde viene y cómo se consolida.  

   En ese recorrido son muchos los hechos sobresalientes, que tienen prelación para despertar opiniones diversas; entre los cuales, se mencionan el proceso de la independencia, la formación de la república, los partidos políticos; los orígenes del Estado nación, del proceso productivo y el mercado; las clases sociales, el avance de las ciudades y el sector rural. Y en esa misma lógica, se confrontan los gérmenes de las violencias, las secuelas; los procesos de solución y consolidación de la paz.

   A partir de la frase última anterior, puntualizamos que, para comprender la conformación de la sociedad colombiana, particularmente empecinada en encontrar el sentido y estabilidad socioeconómica y política por alcanzar la convivencia pacífica; es necesario entender que es un proceso complejo con enormes esfuerzos e impulsado entre incertidumbres que persisten.

  Sin embargo, el pueblo, que representa la sociedad colombiana, ha estado presente en los diversos momentos de la búsqueda de ese sentido; siendo por derecho el protagonista categórico, recibe las convulsiones del peso abrumador de la economía. Entonces, irremediablemente surge el imperativo de encontrar luces que den paso a posturas facilitadoras para que la economía no sea insensible.

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   En tal óptica, conviene observar al mundo y también los países que han pasado por similares adversidades, pero aprendieron de los obstáculos para sensibilizarse e interiorizar el proyecto común de naciones, cediendo en las posiciones irreconciliables. Keynes, vislumbró algo parecido al finalizar la Primera Guerra Mundial, y en “Las Consecuencias Económicas de la Paz”, perfila la necesidad de la paz para los países, y cómo la economía debe salvar el futuro.

 En Colombia, conviene encontrar razones de “ganar todos” los sectores económicos y los hogares. Los empresarios entren a constituir una tendencia plena que vitalice un clima productivo innovador al estilo Shumpeteriano. Qué interesante resultaría impulsar ese compromiso, resaltando las amplias reflexiones sobre las consecuencias de la paz y las consecuencias de la economía.

  Entonces, la sociedad y el Estado priorizarían los nuevos aires de la economía, como dijera Max.Neff, que lleguen con rostro humano, para acercarse a la vida; es uno de los prerrequisitos para guiar las derivaciones de prósperos negocios en una sociedad con equidad.