No cesan los asesinatos en contra de la comunidad Awá en nuestro departamento de Nariño en una clara situación de exterminio en contra de nuestros hermanos indígenas que nos duele y acongoja.
En efecto, en las últimas horas los representantes de las autoridades de la Unidad Indígena del Pueblo Awá-Unipa, denunciaron ante todo el país, que, en las últimas semanas, esa despiadada violencia en contra de sus comunidades, se ha salido de madre con el asesinato de tres de sus integrantes, en hechos separados en los que se utilizó el secuestro, el seguimiento y el ingreso a las casas de las víctimas, para sacarles a la fuerza delante de sus aterrorizados familiares.
El resultado de esas acciones, claramente violatorias de los derechos humanos, ha sido siempre el mismo: los indígenas fueron asesinados a bala, dejando en los tres casos denunciados a sus familiares, madres e hijos totalmente desprotegidos.
Ante estos episodios tan terribles nosotros nos preguntamos qué están haciendo las autoridades para controlar esas matanzas descontroladas en detrimento del pueblo Awá y en contra también de otras comunidades indígenas que no son de ahora, sino que vienen de mucho tiempo atrás, sin que se tenga conocimiento con claridad de quienes son los generadores de esta implacable violencia que hoy nos asusta.
No cesan los asesinatos en contra de la comunidad Awá en nuestro departamento de Nariño en una clara situación de exterminio en contra de nuestros hermanos indígenas que nos duele y acongoja».
En ese sentido, lamentablemente hay que decir que la firma del Acuerdo de Paz hace seis años, entre el Gobierno Nacional y la entonces guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Farc, en nada les ha servido a nuestras comunidades indígenas, quienes siguen siendo blanco como siempre de la violencia. Se trata de un hecho que no nos extraña, puesto que especialmente en zonas de la costa Pacífica de Nariño, si bien las Farc, dejaron de ser una amenaza, ese espacio fue ocupado por las disidencias, la vigente guerrilla del Ejército de Liberación Nacional Eln y otros grupos armados, que en la región tienen como actividad prioritaria el narcotráfico, flagelo que para nadie es un secreto es el generador de la mayoría de los hechos de sangre que se registran en nuestra región y también de los desplazamientos que desde hace más de un año, aparecen como los más grandes que se presentado en el país, puesto que ante la amenaza de los grupos armados, miles de personas se han visto obligadas a salir de sus terruños, como la única alternativa para salvar sus vidas.
Sobre esta serie de asesinatos en contra de los integrantes de las comunidades indígenas en nuestro departamento de Nariño, nos inquietó bastante escuchar en las últimas horas en los medios de comunicación a un líder indígena, quien afirmó con relación a estos atentados criminales en contra de los indígenas que, al menos en lo que tiene que ver con la costa Pacífica de Nariño, la fuerza pública, léase Ejército y Policía Nacional, nunca los ha protegido.
Igualmente, nos causa enorme preocupación conocer de acuerdo con las declaraciones de sus familiares, que al menos dos de los tres indígenas Awá que fueron asesinados de manera reciente en el departamento de Nariño, tenían amenazas de muerte en su contra y al menos, uno de ellos, había sido desplazado de su terruño.
Esto nos mueve a hacernos nuevos interrogantes. ¿Es que esas amenazas no mueven a las autoridades a que les brinde una adecuada protección?
¿De que valen entonces, las alertas tempranas que emiten dependencias como la Defensoría del Pueblo?
Y, finalmente toca preguntarnos, de que ha servido para enfrentar la violencia, la instalación del Puesto de Mando Unificado por la Vida. Por lo que estamos viendo, para nada.

