Ricardo Sarasty

El poeta y sus libros

Por: Ricardo Sarasty.

En 1971 cuando se es declarado El Año Internacional del Libro por lo que el entonces Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), adscrito al Ministerio de Educación, en alianza con el Tiempo y el para entonces Instituto de Radio y televisión (Inravisión), ponen en los puestos de revistas y periódicos y claro que también en las librerías de entonces, semanalmente, un libro de edición modesta, con cartulina blanda y en papel periódico, tamaño de bolsillo. Libritos que tienen una fractura sencilla, no obstante, la selección de títulos y autores es exigente y hecha con tan buen gusto y conocimiento que hoy conforman la biblioteca más rica que se haya impreso en este país para el alcance de todos, porque en aquellos años tres pesos era un costo que bien podía pagarse semanalmente sin que afectara el presupuesto familiar o personal.

Pero claro es que en aquellos años los estamentos públicos tenían al frente de su administración todavía funcionarios probos, al menos en entidades como estas, hombres y mujeres cuyo afán no era el de amasar una fortuna aprovechando los recursos del estado mediante contrataciones amañadas o devengando un suntuoso salario sin tener que demostrar que tan aptos lo eran para el cargo.

Aunque sería ficción pensar en que, para estas oficinas relacionadas con la educación y la cultura, cuyo exiguo presupuesto nunca han contado con jugosos y generosos recursos, existieran hambrientos deseosos de llegar a ellas. En la realidad para bien del arte y la ciencia, hasta ese entonces, estos se entregaban a las manos de científicos y poetas o si no de admiradores y estudiosos del hacer cultural, por lo que funcionaban y bien, gracias a que personas cuya modestia hasta en la forma de vida que llevaban garantizaba por si sola que estaban ahí porque les gustaba el trabajo y la tarea que les habían encargado realizar.

Así fue y así funcionaron lo que se conoció como Colcultura e Inravisión, cuya dirección tuvo al frente gente de valiosa por sus obras o sea con verdadera autoridad, cuyo paso dejó huellas como lo es esta significativa biblioteca. Así lo constatan los autores y títulos que la conforman, compendio realizado también por un selecto grupo de personajes de la vida cultural de este país que hoy deben tenerse como referentes de eficacia y delicadeza además de inteligencia. Es que no podía ser de manera diferente en correspondencia con la calidad humana e intelectual del poeta Jorge Rojas, nombrado como primer director de Colcultura nombrado en 1968 hasta 1974. Año en el que llegó Gloria Zea a quien se recuerda por ser una de las mujeres que deja su impronta gracias a que pudo demostrar entonces que el trabajo por el arte, la literatura y la ciencia no era una simple cuestión de glamur y esnob. Gracias a esta concepción del trabajo por la cultura encontró patrocinio todo cuanto se relaciona con la tradición, los museos, las artes y claro las bibliotecas, siempre con el propósito de poner al alcance de todos los colombianos aquello que se consideraba sólo apropiado para la elite burguesa.

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La colección de libros de autores nacionales y La biblioteca Colombiana de Cultura. Colección popular, publicadas entre los años 1971 a 1986 son el resultado de un trabajo serio y atinado dirigido por el poeta Juan Gustavo Cobo Borda, fallecido el día lunes 5 de septiembre. Su edición y publicación fueron pensadas para permitir que un libro de alta calidad literaria llegará al lector perteneciente a la franja de la sociedad para la cual 3 pesos era un precio módico para un texto que podía adquirir y enriquecer su formación humanística sin que el hacerlo le implicara ningún esfuerzo diferente al de leer. Gracias Juan Gustavo Cobo Boda.