Por: Nicolás Escobar Bejarano
Entre las últimas páginas del informe final de la Comisión de la Verdad se sitúa un título que podría parecer más una rotula de cualquier pasquín que un articulado de gran magnitud y dice: “la masacre más grande que haya cometido un grupo guerrillero”, se trata de un suceso atroz del cual poco se ha hablado en nuestro panorama nacional.
La Masacre de Tacueyó ocurrió entre noviembre de 1985 y enero de 1986 en el corregimiento de Tacueyo (municipio de Toribio – Departamento del Cauca), fue perpetrada por el comando Ricardo Franco Frente – Sur de las FARC- EP, cuya dirigencia la ostentaban Hernando Pizarro Leongomez (hermano menor de Carlos Pizarro, uno de los fundadores del M-19), y José Fedor Rey, conocido en la guerra como alias “Javier Delgado”; y básicamente se trató de la tortura y posterior asesinato de cerca de 163 miembros de esta guerrilla, pues al parecer, fueron acusados de “traición y “espionaje”.
La guerra y los adoctrinamientos implican ver enemigos en todas partes. Así, los guerrilleros los veían en sus filas, los militares en las comunidades, los políticos en sus detractores, los feligreses en los no creyentes.
Según relata el informe, a muchos de ellos les abrieron su pecho mientras vivían para sacarles el corazón, otros fueron mutilados y enterrados con vida. En el caso de las mujeres la situación fue peor, a aquellas que estaban en gestación les abrieron sus vientres y le sacaron los fetos, un acto barbárico.
Cuenta una de las sobrevivientes en el informe, sobre el nivel de crudeza en la tortura: “con la misma cuerda me sujetaron el cuello, las piernas y los brazos, de forma tal que si tiraba de la cuerda con alguna de mis extremidades me asfixiaba; en ese momento el comandante Javier Delgado dijo: “Tapen a esta hijueputa que no va a hablar”.
En octubre de 2020, las FARC reconocieron ante la JEP haber asesinado, a Hernando Pizarro y alias Javier Delgado, no por los sucesos ocurridos en Tacueyo sino por haber desertado de sus tropas con cerca de 1.500 millones de pesos.
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Adenda: Entre lágrimas despedimos la semana pasada a Mijaíl Gorbachov, el último líder de la extinta Unión Soviética y el máximo exponente de La Perestroika, que en términos sencillos, fue su intento de reforma al fracaso del socialismo impuesto por con sangre y látigo de sus antecesores. Gorbachov nos enseñó que el dialogo es la salida a los conflictos bélicos tan propios del siglo pasado. – ¿o de este? –

