P. Narciso Obando.

Nueva familia, nuevos hijos

Nuestras anteriores generaciones crecieron pensando que su única vía de formar una familia era a través de los hijos. Pero hoy en día los más jóvenes dicen con convicción: No queremos tenerlos y en algunos casos los reemplazan por los “nuevos hijos” que son las mascotas.

El concepto de la familia está cambiando, los hijos son ya una decisión personal más que una expectativa, y vemos cómo cada vez más las familias se están formando con mascotas. Los llamados millenials y centenials, son generaciones que están teniendo menos hijos, que están decidiendo por vía propia no tener hijos, o que los están postergando. Entonces, las mascotas entran en parte a llenar ese vacío.

Las mascotas tuvieron un gran furor durante la pandemia; la gente sola en casa necesitaba compañía. En las últimas décadas y en muchos países, los perros pasaron de ser animales con una función determinada a ser compañeros de vida, miembros de la familia. En algunos países ya hay más animales de compañía que menores de 14 años. Cada vez más personas viven solas y se acompañan de un “amigo” de cuatro patas para hacer frente a ese desamparo.

En efecto, cada día aumentan quienes no quieren casarse, para no tener obligaciones ni perder su “libertad”; y si se casan al menos por la ley civil, no quieren hijos, o los retrasan lo más posible, en edades de 35 a 40 años, con peligros obvios para la gestación.

Algunos de nosotros procedemos de familias más o menos numerosas; pero de esas familias ya no hay. Muchas jóvenes, en un anhelo legítimo de superarse, estudiar, trabajar e independizarse económicamente, ven en la maternidad un obstáculo para sus planes, pues tener uno o más hijos genera dependencia para su atención. Muchas mujeres no quieren tener este tipo de “cargas”, pues cuidar al hijo impide ir a muchas fiestas y andar de vacaciones por todas partes.

Pero cuando uno da la vida para que otros tengan vida, la vida se goza en mayor plenitud, pues no hay mayor felicidad que hacer que otros sean felices, como ser verdaderos padres y madres, física o espiritualmente. Esto exige sacrificios y renuncias, pero asumiendo esto por amor y libremente, nos hace fecundos, plenamente realizados y no unos seres frustrados y en amarga soledad. Se aprecian las mascotas, pero no son una compensación.

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El papa Francisco se ha referido a la importancia de los hijos y criticó a quienes tienen perros o gatos en vez de hijos: “La gente no quiere tener hijos, o solamente uno y nada más. Y muchas parejas no tienen hijos porque no quieren, o tienen solamente uno porque no quieren otros; pero tienen dos perros, dos gatos… Sí, perros y gatos ocupan el lugar de los hijos. Sí, hace reír, pero es la realidad. Y este hecho de renegar de la paternidad y la maternidad nos rebaja, nos quita humanidad. Así la civilización se vuelve más vieja y sin humanidad, porque se pierde la riqueza de la paternidad y de la maternidad. Y sufre la Patria, que no tiene hijos…”

Valoremos lo que eso significa y animemos a las nuevas generaciones a ser generosas en engendrar nuevas vidas, eso sí, con gran responsabilidad de conciencia, y que no sean egoístas pensando sólo en los bienes materiales, porque pueden llegar a compensar las carencias afectivas de una familia con el exceso en el apego a mascotas. Nada se compara a unos hijos, cuando se desgasta la propia vida en su educación integral

POR: P. NARCISO OBANDO