Miguel Molina, vicario.

Denuncian recrudecimiento de la violencia en la costa nariñense

Desde la costa nariñense, especialmente de la subregión Sanquianga, que comprende los municipios de El Charco, La Tola, Mosquera, Olaya Herrera y Santa Bárbara, se ha denunciado un recrudecimiento de la violencia y así mismo se anunció la ausencia de la fuerza pública como garantes de los derechos de los habitantes de estos territorios, lo que ha generado una situación preocupante y de confinamiento de las comunidades.

El párroco de la iglesia La Misericordia del municipio de Olaya Herrera y vicario de la subregión Sanquianga, Miguel Eduardo Molina Viveros, en diálogo con DIARIO DEL SUR, señaló “nosotros creíamos que ya habíamos conocido el tope de la violencia, pero no; hay un recrudecimiento de esta, de la presencia de los grupos armados, yo le llamaría a esto un salpicón de grupos armados, uno no sabe quién es el que manda”.

Según lo señalado en esta región del departamento los retenes continúan, el adoctrinamiento y el temor se siguen imponiendo, las zonas de río y mar se han convertido en espacios expeditos para la presencia de grupos armados ilegales.

“Pensamos que esto iba a calmarse, a sopesar y lo que pasó es que hubo un recrudecimiento notable, una presencia en todo nivel en el mar, los ríos, en el casco urbano. Ellos dicen a qué hora tenemos que movernos, con quiénes tenemos que hablar. Estamos expuestos de ser atentada nuestra vida”.

Ausencia de autoridades

 “No se ve presencia de autoridades por ningún lado; Ejército, Armada, Policía Nacional en sus cuarteles. No hay en este momento patrullajes ni operativos. Hay unas órdenes muy claras de distintos grupos de los que no sabemos quién es el que manda, pero lo que sabemos es que la institucionalidad está ausente”, agregó Molina.

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Así mismo señaló que debido a las pocas condiciones de educación y de trabajo para los jóvenes de estos territorios se ha incrementado el reclutamiento no forzado por parte de estos grupos, quienes ofrecen oportunidades económicas a este grupo poblacional para engrandecer sus filas.

 “Aparte de los asesinatos selectivos y de la detención de personas podemos encontrar el enfrentamiento entre los grupos a cualquier hora del día en el casco urbano, en los ríos, de tal manera que los que quedamos en medio somos los ciudadanos que resistimos, que soportamos y que le pedimos a Dios que meta la mano para que esto cambie”.