Chucho Martinez

Segunda oportunidad

Más allá del anecdotario de la posesión de Petro Presidente como el incidente de la espada de Bolívar -que desestima a los agualonguistas y ofendió al rey de España, la imposición de la banda presidencial por la hija de un exjefe del M-19,  el vestido papal/paloma de la esposa, los aplausos a Santos, la abucheada al fiscal, la procuradora y al contralor, la descortesía de Duque y señora y del compás para marchar que cogió rápido Petro con los militares; están los 10 compromisos más importantes para cambiar el país y responder a las inconmensurables expectativas, ya no solo de los 11 millones de colombianos que votamos por Petro, si no de muchos más del país político que ha crecido con la adhesión de jefes de los partidos tradicionales, pero sobre todo, de las esperanzas del país nacional, al que nunca le ha tocado, como diría Salom Becerra en su libro “Al pueblo nunca le toca”.

Ahora sí, las estirpes condenadas a cien años de soledad van a tener por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra como lo advirtiera García Márquez invocado por Petro cuando dice que él, que se considera esa segunda oportunidad, y que si fracasa vendrá la penumbra. Un poco exagerado, porque este país ha dado muestras de resiliencia como ningún otro.

 

«A Petro le corresponde modernizar un país colonial y agiotista para lo cual debe recuperar la unidad nacional mediada por el bien común de la solidaridad, respeto, justicia y libertad».

 

A Petro le corresponde modernizar un país colonial y agiotista para lo cual debe  recuperar la unidad nacional mediada por el bien común de la solidaridad, respeto, tolerancia, justicia y libertad, entre otros principios, que lleven a la armonía social, fracturada por la falta de escucha, en la que se peca por exceso de tribalismo, por adhesión ciega a una determinada línea de pensamiento que lleva a la descalificación del otro, propio de la pereza intelectual, porque se ha impuesto lo emocional del grupo con los que uno se identifica.

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“No nos une tanto el amor por los nuestros cuánto la animadversión por quienes consideramos nuestros adversarios”.

El espacio público dejó de ser un lugar de encuentro para el entendimiento para ser de confrontación con un lenguaje primario. Asistimos a un deterioro institucional, al agotamiento cultural e intelectual y por ende a la pérdida de la cohesión social. Pero démonos una segunda oportunidad.

Por: Jesús Martínez B