La senadora María José Pizarro, hija del excandidato presidencial Carlos Pizarro, quien fue asesinado en el año 1990, fue la responsable de imponer la banda presidencial al mandatario Gustavo Petro.

Le llegó la hora cero al nuevo Gobierno

Según el análisis realizado por Miriam Martínez las expectativas por la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia son enormes, el cambio de posiciones, las propuestas, el lenguaje y hasta el estilo son distintos a su antecesor. 

 

Por: Miriam Martínez Díaz.

Continuar con ese rasero cronológico de los cien días con el que se pretende medir la gestión de un gobierno es una necedad; son tres meses y unos días: ¿quién, en un lapso tan corto, sería capaz de trasformar realidades que se vienen arrastrando de años y años atrás y de gobierno en gobierno durante siglos? Esa visión de corto plazo tan estrecha es fruto del acostumbramiento de los medios de comunicación y hasta de la sociedad de los clásicos gobiernos continuistas de siempre: si casi nada cambia, si se sigue con lo mismo, si los graves problemas no importan, pues el poder los maquilla, los oculta, encuentra la forma de hacerlos ver funcionales a la sociedad como si fueran parte de la genética popular e imposibles de cambiar; y bueno, para eso, un tercio de año les resulta más que suficiente.

Expectativas

Las expectativas por la llegada de Gustavo Petro a la presidencia son enormes (por decir lo menos); el cambio de posiciones, las propuestas, el lenguaje y hasta el estilo son tan distintos a su antecesor (léase también antecesores en general), que la perplejidad de quienes no votaron por él y la satisfacción plena de quienes lo acompañaron no parecen tener antecedentes recientes en la historia de Colombia.

«El espectro de problemas que nos aquejan como nación es tan grave como complejo, y el espacio que ocupan en la vida nacional es casi infinito».

Que eso sea bueno o malo está por verse. El espectro de problemas que nos aquejan como nación es tan grave como complejo, y el espacio que ocupan en la vida nacional es casi infinito. Basta con leer el discurso de posesión del presidente electo para avizorar en algo la dimensión de los retos que le esperan. Y digo en algo, porque no obstante lo extenso de lo que fue su proclama, esta no pudo ir más allá del esbozo de las dificultades (todas ciertas, crónicas y estructurales), de la lectura política y filosófica que a estas le da el nuevo gobierno y de algunas puntadas sobre la forma como se abordarán en la búsqueda de soluciones permanentes. Y no podía ser de otra forma, ni los cien días ni el discurso de posesión son varitas mágicas que puedan trasformar la realidad sin antes atravesar por los duros y exigentes caminos que imponen los procesos que conducen a cambios profundos.

Los temas fueron todos. De que no se habló. Reforma tributaria, medio ambiente, desarrollo de la industria nacional, seguridad alimentaria, reformas puntuales en salud, pensiones, educación, cambios en el contrato laboral y en el manejo de las relaciones internacionales, gobernanza paritaria, reformas en materia de justicia y en la lucha contra las drogas y la corrupción, etc., etc. Sin embargo, hay que decirlo, en la intervención hubo énfasis sobre algunos asuntos que demandan inmediatez en su atención.

Para empezar, mencionaría el tema de la paz. Es un punto crucial que tiene relación directa con otros campos claves de la gestión gubernamental: con el presupuesto nacional (la paz demanda recursos), con la reforma agraria plasmada en el acuerdo de paz (y que se viene aplazando hace siglos), que tiene connotaciones y exigencias en términos de relaciones internacionales (el maltrato miope y abusivo que le dio Duque a Cuba frente a los compromisos que había adquirido Colombia con ese y otros países que venían coadyuvando en los diálogos con el ELN tendrá que superarse).

 

El presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez en la posesión que se llevó a cabo el pasado 7 de agosto en Bogotá.

 

Reformas

Martínez Díaz afirma que el cuadro no pinta fácil, bien se dice por ahí que el diablo está en los detalles. Hay muchas reformas legales y hasta constitucionales por tramitar, muchos elementos que tener en cuenta y que coordinar, y si bien se cuenta con un grupo importante de parlamentarios comprometidos con los postulados del gobierno, también los hay de la vieja escuela resabiados esperando que las mayorías queden estrechas en el congreso para caerle al ejecutivo en la yugular detrás de puestos y presupuestos.

No hay que olvidar que el conflicto colombiano es multidimensional, no se limita al ELN o a las disidencias de las Farc, hacen presencia en los territorios otras organizaciones armadas al margen de la ley que no tienen móviles políticos y que giran alrededor de las ganancias del narcotráfico y otras actividades ilegales. En síntesis, mucho respaldo popular, académico, social y hasta internacional va a necesitar el presidente para superar tantos y variados obstáculos.

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En lo atinente a la igualdad el panorama también es amplio y complejísimo. El gobierno ha iniciado este arduo camino con la propuesta ya presentada de la reforma tributaria. A diferencia de la presentada por Duque aplicando el IVA a todos los productos de la canasta familiar en medio de la pandemia y sin tocar los bolsillos de los más ricos, la reforma de Petro apunta a convertirse en herramienta eficaz para revertir la vergonzosa inequidad que reina entre los colombianos. Es una propuesta de reforma progresiva que impone cargas fiscales a los más pudientes, tanto a personas naturales como a empresas, y que incluye impuestos adicionales para la producción petrolera y carbonífera. Y, ¡al fin! se le metió la mano a las dañinas bebidas azucaradas que tanto han enriquecido a los grupos más poderosos y que afectan gravemente la salud especialmente la de los niños. En buena hora.

 

Igualdad

Ahora bien, la igualdad tiene tantos tópicos que resulta imposible tocarlos todos. Es un tema vinculado con la educación, la salud, el trabajo, la cultura y la vida en general. Las diferencias entre la ciudad y el campo son muy grandes; entre hombres y mujeres otro tanto, y las discriminaciones contra otras comunidades (afros, indígenas y Lgtbi) tienen raíces profundas difíciles de superar. El laberinto de la desigualdad tuvo históricamente una sola entrada, pero con muchos senderos por recorrer y múltiples salidas por encontrar. Tampoco aquí la tarea será fácil. El gobierno tendrá que adelantar acciones valerosas y muchas veces intrépidas para avanzar en este campo. 

 

Propuestas

Llamo la atención aquí sobre un punto que creo debe ser estudiado a fondo y sopesadas sus consecuencias. Anunció el presidente que los bienes en extinción de dominio manejados por la Sociedad de Activos Especiales – SAE (antiguo DNE) “pasarán a ser la base de una economía productiva administrada por las organizaciones campesinas, las cooperativas urbanas de jóvenes productivos y por las asambleas populares femeninas”. Una propuesta interesante, audaz, pero difícil de implementar. Me quedaron dudas relacionadas con la implementación de los mecanismos para llevarla a cabo, sobre todo por los sistemas de manejo y distribución de bienes y recursos de suerte que se evite el surgimiento de rivalidades entre algunos sectores sociales, o que se presenten conflictos legales o situaciones de riesgo para los involucrados teniendo en cuenta el origen de los bienes.

Un tema que no puede faltar, a la luz de las prioridades del gobierno actual, es el del medio ambiente. ¡Hay que marcar la diferencia! Los gobiernos de derecha se comportan literalmente como los grandes depredadores del planeta. Van con todo. Lo que haya que hacerse para obtener utilidades, enriquecer a los grandes conglomerados así la vida entera se extinga. Los planteamientos del presidente van de la mano de los más altos ideales contemporáneos y de la ciencia. La protección integral de la naturaleza es un imperativo mundial que no da espera. El agua, la flora, la fauna, y el aire son el patrimonio más importante del mundo. Son garantía de vida, de sostenibilidad, y de paz.

Los tropiezos en este escenario serán también enormes. Llevamos muchos años dependiendo de la minería, del petróleo y de la coca para sostener la economía interna. Hacer tránsito hacia la agricultura, la producción industrial y el turismo teniendo en cuenta los intereses que están de por medio, será un punto que va a traerle al gobierno muchos dolores de cabeza.

 

El presidente Gustavo Petro, junto a su esposa Verónica Alcocer y sus hijos, caminaron hacia la Casa de Nariño el pasado domingo en Bogotá.

 

Conclusión

Quedan muchos otros temas por tratar. Pensarán algunos que lo escrito aquí es una loa al pesimismo, que se le está echando sal al gobierno. Todo lo contrario, no hay forma de construir buenas estrategias sin buenos diagnósticos, así estos estén cargados de dificultades y obstáculos por superar. Luego del entusiasmo y el alborozo por los triunfos alcanzados, toca poner los pies sobre la tierra, mantener el ánimo en las nubes, y remangarse para empezar a trabajar.