Ismael Botina popular maestro Buchón, en materia del idioma inglés, apenas sabe dos palabras: Windows- ventana; banana-banano, ahora conoce otra más sofisticada, “sugar daddy, o sugar mommy”, esos inventos que hacen los gringos y copiamos a ojos cerrados.
Estos términos rebuscados, no son otra cosa que los viejitos verdes que tienen buena chequera y quieren darse el lujo de andar con chiquillas bonitas. Entonces los viejitos verdes, por encima de los sesenta se dedican a buscar en el mercado del internet, jovencitas que les hacen el juego y se van de paseos a países lejanos. El viejito pone la plata, con tal de exhibir un juguete.
Igual ocurre con las señoras que se llenaron de arrugas y sueños frustrados, quieren darse el lujo de vivir sus últimos años con un jovencito que le sirva de entretenimiento. Muñequito de azúcar.
Esto no sería raro si las noticias fueran de países avanzados y con plata, lo sorprendente es que una revista internacional que se dedica a estos contactos de parejas, haya revelado que el departamento de Nariño es uno de los más altos a nivel de Colombia. Es decir, morrongos y morrongas, viejitos y viejitas que ya no les para ni el pensamiento, se dan sus formas y gastan lo que tienen con tal de darse un gusto al final de sus vidas. Al fin al cabo, todos somos dueños de nuestro destino.
Creyendo que en Nariño hay pobreza…qué va… aquí lo hay es plata debajo de los colchones y gente con ganas de vivir sus últimos días con sueños reprimidos.
Lo que nos faltaba, Nariño, tercer lugar en esta clasificación de los “sugar daddy, y sugar mommy”; al fin y al cabo la plata hay que gastarla. Cantidad de viudas sin nadie a quien dejar fortuna encontraron al final de sus días, el camino de la felicidad. “Cada quien es libre de hacer de su cuerpo un floreo, dice el adagio popular”.
Otro tema: las exageradas exigencias de Avianca, para viajar. Esta es la historia:
Los nietos en Bogotá, quisieron sorprender a su abuelita con una fiesta a todo taco. Contrataron la cena, el salón de fiesta, y compraron el tiquete aéreo, para que la abuelita viajara de Pasto a Bogotá. Los nietos, adquirieron el tiquete a nombre de Elvira Zarama (nombre ficticio) con número de la cédula y todo lo demás; y gastaron tiquete para una acompañante.
Mientras los nietos en Bogotá, estaban listos para darle la serenata, en el aeropuerto de Chachagüí se vivía un infierno. Por el solo hecho de que el tiquete fue comprado a nombre de Elvira, y no de Rosa Elvira, por esta omisión de un nombre, no le permitieron a la abuelita viajar, y por ende no pudo celebrar su cumpleaños 92. Era el último deseo de su vida, estar junto a sus nietos.
Frente a estos abusos, ¿quién responde?
POR: MANUEL ERASO

