Hoy es la segunda vez que por convocatoria del Papa Francisco dedicamos un domingo del año para homenajear a los abuelos y los ancianos. El Santo Padre ha querido que el domingo más cercano a la fiesta de los abuelos de Jesús (26 de julio), pongamos en el foco de nuestra vida a nuestros mayores.
En esta oportunidad el Papa se han inspirado en el salmo 92, con el versículo que dice «en la vejez seguirán dando fruto» para invitarnos a considerar el tiempo de la vejez desde una perspectiva constructiva y enriquecedora.
La ancianidad no es una enfermedad
Nos hace caer en la cuenta el Papa Francisco que muchos ven los años dorados como una etapa de la vida que se debe tener lejos. Esta es la razón por la cual muchos prefieren tener a los mayores lejos para evitar tener que hacerse cargo de sus preocupaciones.
En este sentido el Santo Padre nos advierte del peligro de caer en la “cultura del descarte”, en cuya lógica debemos estar lejos de la debilidad y la fragilidad.
Contrario a esto, el Papa destaca que «una larga vida es una bendición, y los ancianos […] son signos vivientes de la bondad de Dios que concede vida en abundancia».
No. Ciertamente la ancianidad no es una enfermedad, pues la larga vida es una bendición: «¡Bendita la casa que cuida a un anciano! ¡Bendita la familia que honra a los abuelos!». Tengamos a nuestros mayores cerca, alimentémonos de su experiencia, escuchemos con avidez sus relatos.
La ancianidad puede ser fecunda
Para mirar con ojos nuevos la realidad de la vejez el Papa Francisco nos pide que busquemos la presencia de Dios que no nos abandona en todas las etapas de la vida. Nos recuerda que de la mano de Dios «descubriremos que envejecer no implica solamente el deterioro natural del cuerpo o el ineludible pasar del tiempo, sino el don de una larga vida».
Entonces, dirigiéndose a quienes se encuentran ya en esa etapa de la vida, el Santo Padre los invita «a llevar una ancianidad activa también desde el punto de vida espiritual» así como a «ofrecer nuestro afecto lleno de atenciones» a los miembros de la familia; finalmente, a acercarse a los pobres y necesitados con acciones concretas y oración.
En resumidas cuentas, el Papa invita a los adultos mayores a convertirse en fuente de bendición para quienes tengan a su lado. Porque «la ancianidad no es un tiempo inútil» «sino que es una estación para seguir dando frutos». En fin, los ancianos tienen mucho que aportar a la humanidad hoy desde la experiencia de lo ya vivido.
Bendigamos a Dios por los abuelos.
Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro

