La pregunta que un maestro de la ley hace a Jesús sobre lo que se debe hacer para heredar la vida eterna, da ocasión a Jesús para ofrecer una enseñanza contundente sobre el amor cristiano: se trata más de acciones que de palabras. La parábola del buen samaritano que Jesús deja varias enseñanzas sobre el amor en acción. Destaco estas tres:
1. El prójimo soy yo
Comencemos por la conclusión que deja la parábola. Jesús termina preguntando al maestro de la ley: «¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». El Señor es claro al enseñarnos que el asunto no es quién sea nuestro prójimo sino cómo nos hacemos prójimos, cercanos a los demás, muy especialmente a los que están a la orilla del camino de nuestra vida, heridos y afligidos por tantos males.
Ser prójimo es imitar a Jesús que siempre toma la iniciativa en amar, en servir, en tender la mano al que sufre; como dice el papa Francisco: Jesús nos “primerea”. Y tú y yo debemos hacer lo mismo.
2. Un corazón que ve
El hoy Papa emérito Benedicto XVI invitaba hace unos años a tener el estilo del buen samaritano. A ese estilo lo llama el de «un corazón que ve». Como el Buen Samaritano, que simboliza al mismo Jesús, sus discípulos debemos pedir que desde el corazón seamos capaces de ver “donde se necesita amor” y actuar de acuerdo a ello.
Si queremos ser cristianos con este estilo samaritano no podemos quedarnos en la lástima cuando nos encontramos delante del sufrimiento de los demás, sin hacer nada. El discípulo de Jesús no pasa de largo, sino que se detiene ante el dolor de sus hermanos y se ocupa en encontrar respuestas y ayudar de formas concretas.
3. Hacernos cargo
La imagen del samaritano que monta en su propia cabalgadura al hombre atacado por bandidos, que además lo cuida personalmente y que luego paga al posadero para que lo siga asistiendo, refleja cuál debe ser nuestra actitud en una caridad activa y efectiva.
No basta con dar una ayuda material al necesitado y luego desentendernos de él. Esto es caer en el asistencialismo. La caridad debe ser organizada, orgánica e integral. Para usar las palabras del papa Francisco, es necesario “Hacernos cargo los unos de los otros”. No se trata solo de ayudar, sino también de acompañar y apoyar procesos para superar los problemas estructurales que mantienen a tantas personas sumidas en situaciones de sufrimiento e injusticia.
Pongamos pues, el amor en acción. Rompamos la cómoda indiferencia y salgamos al encuentro, conectemos el corazón y organicemos gestos concretos en favor de los necesitados.
Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro

