Distintos pensadores sociales llegaron a la conclusión de que la educación es necesaria para las personas, en tanto puede transformar vidas al aportar competencias de desempeño y si es integral trasciende hacia el comportamiento general coadyuvando al cambio social.
Teniendo en cuenta lo anterior, disciplinas como la psicología, sociología, filosofía, economía, física, pedagogía y el derecho, han generado ideas orientadoras para aprovechar la educación, reformulando los conocimientos y las ciencias, permitiendo avanzar en los campos de la producción, la política, la cultura y la sociedad.
Por lo tanto, ante las huellas que dejan los hechos de personas educadas en la sociedad se puede verificar los avances y la contribución en las relaciones de convivencia, en el progreso tanto material como en la posición favorable en las escalas de desarrollo humano en el mundo; los ejemplos del avance de los cuatro tigres asiáticos son reiterativos en la literatura contemporánea.
Muestra de lo anterior, lo puede ilustrar el economista Schumpeter, precursor de la innovación y también su colega Schultz, quien fue el primero en identificar cuantitativamente el impulso de la educación en la producción; la pedagoga Montessori con sus aportes del método para la creatividad, autonomía, libertad y valores; el educador Latinoamericano Freire, con la visión de educación popular, soporte para la emancipación del ser humano y el filósofo-economista Sen, para quien la educación y la salud son esenciales para el desarrollo integral.
Ahora bien, hablar y escribir insistentemente de gratuidad en educación puede ser consecuencia de dos puntos que se correlacionan; por un lado, las posiciones conceptuales y propositivas sobre el papel de la educación, que la ubican en un pedestal, situación que es comprobable con el avance de los países, fruto de los sistemas educativos consecuentes con romper las desigualdades sociales y el fomento de “un rumbo visualizando otros horizontes en lo productivo y en el bienestar”, y por otro lado, las movilizaciones de estudiantes, profesores y padres de familia por la defensa de la educación.
En concordancia con lo anterior es importante responder a los interrogantes: ¿Por qué y cómo educar?, ¿para quién y qué tipo de formación?, por ser guías permanentes en la ingeniería de la sociedad; sin embargo, en Colombia, hay lentitud y poca reflexión-acción por los gobiernos, lo cual se observa en las políticas paquidérmicas, en los cuestionamientos a los programas como el Icetex, el PAE, la Ley 30 de 1992, falta de conectividad y el reducido financiamiento, que detienen la materialización de un sistema educativo integral.
Ahora, que soplaron de nuevo los vientos que exaltan a la educación de calidad, humanista, social, ambiental y con impacto económico, como un tema obligatorio en la pasada contienda electoral; llegó el momento de concretar salidas participativas; por lo tanto, los estamentos sociales y el gobierno deben escuchar los reiterativos interrogantes expuestos por la sociedad, los profesores y estudiantes y lo efectivo será no dilatar las políticas públicas imperiosas para un país que siempre reclama impulsar una educación de calidad para lograr los avances necesarios.
Por: Germán Caicedo Mora.

