Emilio Jiménez Santiusti.

Colombia escogió cambiar

Aunque entiendo la euforia y la emoción de los colombianos por aportar en la elección del próximo Presidente, considero oportuno diferenciar dos conceptos que siempre van de la mano, pero que, por ahora, se los puede separar en algo, como los son el objetivo político y el objetivo electoral.

El objetivo político o de propósito, si me permite el término, se cumplió para quienes queríamos que una extensa época del uribismo llegara a su fin o por lo menos iniciara con no elegir al candidato de gobierno o como se conoce comúnmente, ‘el que diga Uribe’. Por supuesto, hay otro grupo de ciudadanos que deseaba continuar con las ideas de Duque, pero ya no le alcanzó y fue derrotado en las pasadas elecciones.

Ese objetivo político, el cual está respaldado por la mayoría de votantes, dejó dos propuestas muy similares, las cuales serán sus programas de gobierno, por lo menos en el papel. Debemos comprender que los sufragantes eligieron frenar el continuismo y por eso pusieron en segunda vuelta a los dos candidatos más representativos del cambio.

 

«Debemos comprender que los sufragantes eligieron frenar el continuismo y por eso pusieron en segunda vuelta a los dos candidatos del cambio”.

 

Tanto se cumplió el objetivo político, que hasta se ha propuesto un pacto nacional histórico entre las dos campañas, algo nunca antes visto; puede ser interesante si la única meta es trabajar por la solución de los problemas estructurales, los cuales son expuestos y coinciden en ambos proyectos.  

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Ahora bien, el objetivo electoral sí divide a los votantes por obvias razones, no obstante, la política nacional, sin duda, tomará un rumbo diferente sin importar quién sea el próximo mandatario. Necesitamos ver que en el siguiente gobierno el costo político sea muy bajo, es decir, ambos hablan de combatir la corrupción, estaremos atentos para que se logre, porque no vamos a permitir que el clientelismo y la burocracia pasen a manos de otras personas o que simplemente cambien de color.

El cimiento del estallido social ya cumplió, tanto en el Congreso como en el Presidente. Ya es hora de desubicar a la protesta social de cierta orilla política y entender que será nuestra as bajo la manga para velar por una acertada gobernabilidad. 

Por: Emilio Jiménez Santiusti