En tercer grado de primaria me enseñaron que: Los mandamientos de la ley de Dios fueron dados a Moisés en el monte Sinaí, con el propósito de mantener buenas relaciones con el creador y con nuestros semejantes. Este decálogo aprendí a recitar de memoria, por cuanto de no hacerlo no me incluían en la lista de niños para hacer la primera comunión.
Los 10 mandamientos son: 1. Amar a Dios sobre todas las cosas.2. No jurar su Santo Nombre en vano .3. Santificar las fiestas .4. Honrar al padre y a la madre .5. No matar .6. No cometer actos impuros.7. No robar.8. No decir falso testimonio ni mentir .9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros y 10. No codiciar los bienes ajenos.
Como católico debo cumplir con todos y cada uno de ellos. Sin embargo, si me pego a la constitución colombiana, el primero relacionado con “Amaras a Dios sobre todas las cosas” ya es caduco, por cuanto vivimos en un estado laico, a pesar de que para mí sigue vigente.
En los tiempos contemporáneos, este primer mandamiento ha sido reemplazado por: “Amar el poder y el dinero por encima de todas las cosas”.
Increíble pero cierto. Esto lo vemos en la actual campaña electoral para definir quién asumirá las riendas del estado a partir del próximo 7 de agosto. Hoy, se mata, se roba, se miente, se engaña y difama, con el propósito de ganar el poder y apropiarse de los recursos oficiales como ha venido sucediendo en el transcurso de más de dos siglos de existencia republicana.
Hoy no se discuten propuestas, solo se escuchan críticas y difamaciones, hiriendo con la lengua, la más mortal de las armas. Que tristeza siento por este país y sociedad que ha caído tan bajo en este proceso. Lo ilícito se volvió lícito y la honradez y buen nombre pasaron a segundo plano.
Colombia y el mundo serían diferentes si cumpliéramos al menos con los siguientes cuatro mandamientos: No robarás, no matarás, no desearás los bienes ajenos y no levantarás falsos testimonios ni mentirás.
Por: VICTOR RIVAS MARTINEZ.

