A 38 días para la realización de las elecciones presidenciales, vastos sectores de la costa pacífica de Nariño, afrontan una terrible crisis humanitaria que involucra a miles de personas inmersas en el fenómeno del desplazamiento.
Esta es una situación que nos alarma sobremanera, primero que todo por los padecimientos que vienen afrontando esos hombres, mujeres y niños, que ante los episodios de violencia han tenido que salir de 6 municipios costeros, como la única manera de salvar sus vidas, al verse en medio del fuego cruzado de organizaciones delincuenciales que se disputan territorio para sus actividades del narcotráfico.
También nos inquieta bastante el riesgo que desde ya comienza a amenazar la normalidad de los comicios del 29 de mayo, en los que los colombianos elegiremos al próximo mandatario nacional. Nos referimos a una preocupación plenamente justificada ante las permanentes acciones de estos gestores de la violencia que tratan de imponer su ley en esos territorios e inclusive amenazan e intimidan a la población civil para que se vaya lanza en ristre contra los integrantes de la Fuerza Pública y los expulsen del territorio.
Nos enfrentamos entonces, a unos episodios de orden público sumamente complejos que se agravan además, debido a que las regiones que son escenario de esta violencia, son de una extrema pobreza, por lo que no se cuenta con los recursos que se requieren para atender la emergencia que causan estas comunidades, cuyos integrantes de la noche a la mañana se han visto obligados a abandonar sus terruños para enfrentar un futuro incierto lleno de necesidades y angustias.
La triste realidad es que en estos momentos la situación es sumamente crítica en el sitio conocido como el Triángulo del Telembí, región que parece dominada en su totalidad por las organizaciones criminales.
Ante esto, nosotros nos preguntamos ¿qué ha pasado con los numerosos ofrecimientos hechos por los recientes gobiernos nacionales en el sentido de garantizarle a nuestra costa pacífica las mejores condiciones de seguridad, lo que nunca ha ocurrido?
Se trata de unas promesas que van desde la administración de Juan Manuel Santos y continuaron con Iván Duque, sin que se note ningún cambio positivo en nuestra convulsionada costa pacífica.
Lo cierto es que el Acuerdo de Paz que sacó adelante el ahora expresidente Santos hace seis años nunca llegó a Nariño, precisamente uno de los departamentos del país más afectados por el conflicto armado. Nada mejoró y al contrario en estos instantes, a las puertas de las elecciones presidenciales, las cosas no pueden estar peor, con regiones donde por lo que estamos viendo desde hace tiempo, los que mandan son los delincuentes y se insta a la población a expulsar a la fuerza pública, en unos hechos insólitos que parecen sacados de un relato de ficción.
El clamor de esos miles de personas que hoy atraviesan dificultades sin cuento, es el reflejo de ese olvido estatal y de tantas promesas incumplidas.
¿Será que esta vez el Gobierno Nacional les tenderá la mano a estos compatriotas que se vieron obligados a abandonar sus viviendas y cultivos y hoy pasan por los momentos más amargos de sus vidas?
Lo único que hoy podemos decir a menos de 5 semanas para las elecciones presidenciales, es que si las autoridades no le ponen ya mismo el acento a la dramática situación que se presenta en estos momentos en la costa pacífica de Nariño, no sabemos qué podría ocurrir en desarrollo de este transcendental proceso electoral. Por ahora, a la par del sufrimiento y calvario de miles de personas, creemos no equivocarnos al decir que esas elecciones están en grave riesgo.

