Guillermo Alfredo Narváez Ramírez

Comunidad en Tumaco accede a pulso al agua potable

La escasez del agua potable en los municipios del Pacífico nariñense es una de sus tragedias más notorias, por fuera de otras necesidades vitales.

En contraste, solo para 2030, Colombia tiene la meta de que el 100% del territorio nacional cuente con agua potable para el consumo de los habitantes, dando así cumplimiento al Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número seis, propuestos por la Organización de Naciones Unidas (ONU), el cual contempla el acceso a agua limpia y saneamiento. Aun así, los avances van a paso lento y, en muchos casos, los esfuerzos por conseguir que el líquido llegue a las zonas más apartadas del país son de los propios ciudadanos, sobre todo en territorios donde la escasez del líquido es más notoria como en el Pacífico colombiano.

Tal es el caso de Tumaco (Nariño). Allí existe un barrio en donde el agua potable llegaba cada 15 días. Entonces, ese sector, los vecinos construyeron una red de acueducto con sus propias manos, con un servicio que hoy beneficia a más de un centenar de familias.

 

«El ejemplo del El Morrito que quiere ser la primera piedra de un largo camino, todavía incompleto, faltando un 40% de Tumaco, quiere ser un real acueducto y alcantarillado».

 

En efecto, en el municipio de San Andrés de Tumaco, en donde está situado el barrio El Morrito, la comunidad en un pequeño gran logro, por medio de su junta de acción comunal se organizó para construir su propio acueducto. Con el apoyo de la Cruz Roja de Noruega, esa comunidad y el municipio, instalaron casi un kilómetro de tubería, con sus respectivos accesorios hidráulicos, servicio que conecta a unas 130 familias. La decisión de involucrar a esa comunidad no fue fortuita de tal manera que los mismos habitantes se sintieron parte no solo como beneficiarios, sino como participantes y ejecutores del sin igual proceso. El mismo era de extrema Necesidad, La urgencia de tener agua potable en el sector no podía aplazarse porque ya alrededor de un 35% de sus niños habían desarrollado enfermedades de origen hídrico que afectaban su desarrollo y crecimiento.

En este punto hay que resaltar que en el barrio El Morrito habitan cerca de tres mil personas de las cuales al menos 1500 son niños, niñas y adolescentes.

En sus testimonios, la comunidad de El Morrito manifiesta que en los últimos cinco meses pasaron de recibir el agua cada quince o veinte días para pasar a acceder a ella cada ocho días. El agua lluvia era su única fuente de abastecimiento y luego la transportaban en canoa sin garantías de salubridad.

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Por eso la comunidad de El Morrito se apropió del proyecto. “Se fortaleció el tejido social y de las acciones encaminadas a mejorar la resiliencia comunitaria, mientras la ESP aguas de Tumaco realizaba la interventoría en la asistencia técnica para garantizar el correcto funcionamiento de las tuberías y las llaves y que se construyera en los plazos adecuados. Lo destacable es que la comunidad, por supuesto, aportaba los grupos de trabajo e hizo el compromiso público de cuidar y mantener la obra realizada por todos.

El resultado fue inmenso. Como se ha expresado, en esa labor de todos, se instalaron novecientos metros de tubería con sus respectivos accesorios hidráulicos. Eso significa que ahora por esos tubos llega agua potable a más de un centenar de familias que nunca habían tenido tal servicio. Para muchos habitantes de la comunidad es todo un privilegio contar con servicio de agua potable a través de un sistema construido con sus propias manos.

Según expertos, el caso descrito de Tumaco es más que admirable si se tiene en cuenta lo difícil del caso, en un territorio que ha sido golpeado por el conflicto armado, el narcotráfico y que por sus condiciones geográficas complica aún más la obtención de recursos.

En síntesis, el ejemplo del El Morrito que quiere ser la primera piedra de un largo camino, todavía incompleto, faltando un 40% de Tumaco, quiere ser un real acueducto y alcantarillado, siguiendo el ejemplo comunitario de El Morrito.

Por: Guillermo Alfredo Narváez Ramírez