Una de las tantas definiciones ubica a la ética como un conjunto de normas y costumbres que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad, pero en todo tiempo y más ahora no sólo se deja de cumplir con esta gran virtud, sino que se la pisotea y lo que es más grave entre la gente que desempeña altos cargos en el gobierno, en la empresa o en una entidad.
Y si esto pasa en los niveles de arriba por enunciarlo de alguna manera, es fácil deducir que con ese negativo ejemplo el ciudadano del común ya tiene perdida la confianza en quienes cree tienen la responsabilidad de desempeñar determinadas funciones. Es pues un mal que se ha venido propagando y con mucha fuerza en nuestro país.
Lo social, lo político, lo religioso, lo deportivo, para nombrar unos pocos sectores se ha visto cuestionado porque sus dirigentes han vulnerado con acciones corruptas este principio fundamental del ser humano y aunque en la mayoría de casos salen con visible disgusto a defenderse, sin inmutarse cuando los hechos y reiterativas irregularidades los delatan y los acusan.
«Es fácil deducir que con ese negativo ejemplo el ciudadano del común ya tiene perdida la confianza en quienes cree tienen la responsabilidad de desempeñar determinadas funciones».
Estamos viviendo una época crítica en donde los valores fundamentales en cualquier proyecto de vida se vienen derrumbando hace rato sin dar espacio para detenerse a pensar el mal que se le está causando a las nuevas generaciones que se exponen a naufragar en un mar de incertidumbres sin el menor indicio de superar estos vacíos y deficiencias.
Pareciera que la ética pertenece al grupo de principios que ya no se practican y que con toda la libertad del mundo mucha gente más bien prefiere salir de los parámetros que ella exige sin importar las funestas consecuencias que deba soportar la actual sociedad. Estamos en era moderna en donde la corrupción triunfa sobre la honestidad y la justicia.
Hace falta entender además que compromiso ético es ir mucho más allá del cumplimiento del deber porque limitarse a hacer sólo lo que se le ha asignado, poco tiene que ver con la promesa de futuro. Igualmente en el comportamiento personal y de grupo comprometerse éticamente es trazarse metas, tener un objetivo vital e impulsarlo con principios y alimentarlo con valores.
A todos los que pecan de antiéticos: así no es que se construye patria pisoteando como si nada los buenos modales y entre ellos la ética. Ya es hora de volver por los valores que nos inculcaron desde temprana edad nuestros mayores así sea con férrea disciplina, pero aprendimos a vivir como ciudadanos dignos de una tierra bendita que Dios nos regaló.
Por: Sofonías Rodríguez M.

