P. Narciso Obando.

Cuaresma: tiempo para dar sentido al dolor

La Cuaresma es un tiempo muy bueno para darle sentido a todo el dolor que la pandemia nos ha traído. La meta principal de este tiempo litúrgico es la contemplación de la muerte y resurrección de Jesús. Dios hecho hombre, quiso compartir nuestro dolor físico y también el moral, y experimentar la muerte para sentir lo que los humanos sentimos.

Jesús nos enseña que ni el dolor ni la muerte nos pueden alejar de Dios, y que al final resucitaremos de manera que la muerte no tiene la última palabra sobre nuestro destino, pues estamos en las manos bondadosas de Dios.

Cada año tiene unas circunstancias propias, diferentes a las de los años anteriores; este 2022 es como el fin gradual de la pandemia; pero la Cuaresma tiene siempre unos aspectos invariables año tras año: Reconciliarnos con Dios y reconciliarnos con el prójimo. Esto es lo que siempre contiene el mensaje de conversión de la Cuaresma.

El papa Francisco, con motivo de la Cuaresma del 2015, nos invitaba a evitar la indiferencia hacia los demás, a hacer algo por quienes están lejos, rezando por ellos. Podríamos decir que además del ayuno de alimentos, hagamos un “ayuno” de indiferencia; es decir, que realmente nos ocupemos de las personas con las que vivimos y recemos por las que no podemos atender personalmente.

Las necesidades de los demás son muy amplias: Desde quien pasa hambre o frío, quienes no son respetados en su dignidad, hasta quienes teniendo recursos materiales se encuentran solos o son incomprendidos. Precisamente la Cuaresma es un tiempo para que cada uno pidamos luces a Dios para entender cuál es la necesidad de las personas que viven conmigo, luego la de las personas que trabajan conmigo y así hasta descubrir lo que necesitan las personas que viven en las periferias físicas o existenciales de nuestra propia ciudad.

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Se trata de la esperanza sobrenatural, que el Espíritu Santo pone en nuestros corazones. En la Cuaresma del año pasado, el papa Francisco nos habla de que la esperanza se funda en que Jesús no sólo anunció su muerte sino también su propia resurrección.

Y también explicaba el Pontífice que a veces, para dar esperanza, es suficiente con ser “una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia”.

Y añadía el Papa que “vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios hace nuevas todas las cosas. Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza”.

Por: P. Narciso Obando.