En Colombia la doble militancia política está prohibida, de acuerdo con lo establecido con el artículo 107 de la Constitución Nacional.
Sin embargo, en tiempos de campañas electorales dicha prohibición no existe para quienes aspiran a ocupar cargos de elección popular; por lo tanto, se la pasan por la faja con todo tipo de argucias con tal de obtener votos de donde vengan. Y tampoco se respeta por los que no participan en la contienda, pero tienen curules o cargos a nombre de un determinado partido o movimiento político.
De allí que, ahora no es raro observar, por ejemplo, que un candidato al senado no siga la disciplina ni directrices de su colectividad y apoye “bajo cuerda” a un candidato a la cámara de otra que es distinta a la suya. Y viceversa.
Como siempre las disculpas y las justificaciones están a flor de labio. “siempre coincidimos en tarima”. “A mí me invitaron a la reunión, pero no sabía que también venía otro”, dicen los candidatos. “A mis seguidores no les gusta tal candidato de mi partido, así que los dejo que ellos escojan, manifiestan concejales, diputados, alcaldes y gobernadores”.
Pero lo cierto de todo es que: “hecha la ley, hecha la trampa”, máxime cuando ese tipo trasfuguismo político, como el que hoy se vive, está matizado por dinero, el cual hace que las convicciones ideológicas de partido se las tire al traste por muchos candidatos que aspiran al Congreso.
¡Qué vergüenza! Y cualquier parecido con lo que pasa en Nariño es pura coincidencia.
Las visitas a Tumaco
“Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”, dice un adagio popular. Y esto muy bien se lo puede aplicar a los candidatos que aspiran a ocupar una curul en el Congreso tras la elección del 13 de marzo.
Por ello, ningún aspirante se puede dar el lujo de pestañear y mucho menos descansar en su trabajo electoral, a pesar de las dificultades que se tengan por la pandemia del Covid-19.
De allí que no sea raro, observar a los candidatos nariñenses tanto al senado como a la cámara de representantes, “correr” de un lado a otro para asistir a cualquier tipo de reuniones, a fin de presentar sus propuestas y ganarse el apoyo del elector.
Y llama profundamente la atención que casi la mayoría de todos ellos se desvelan por visitar Tumaco, cuyo potencial electoral es de más de 125 mil ciudadanos en capacidad de votar, pero de los cuales sufragan si acaso el 50%.
Sin embargo, ir a Tumaco a “conquistar” votos no es nada fácil. No nos digamos mentiras. Allá, las ideas y los programas no sirven de mayor cosa.
El factor dinero que tenga el candidato a su disposición para hacer campaña es el que manda la parada para obtener votos, aunque muchas veces se incurra en presuntos delitos electorales.
Y si no lo tiene mejor no pierda su valioso tiempo y váyase con su cuento a otra parte, en donde quizás le pongan atención y no le den tan duro en la cabeza ni le hagan “conejo” al momento de votar.
Por: Luis Eduardo Solarte Pastás

