El presidente dijo que el crecimiento económico de Colombia del 2021 ha sido el mejor en 115 años, pero economistas lo rectifican diciendo que ese crecimiento es respecto a 2020 cuando hubo un decrecimiento del 7,8%; que el verdadero crecimiento hay que compararlo con el 2019, en cuyo caso solo sería del 1,3% o el 2,3% en el mejor de los casos. Pero independientemente de este debate académico, hay otra realidad que padece cada hogar, y tiene que ver con el alto costo de la vida cuya lectura técnica se hace a partir del Índice de Precios al Consumidor, también conocida como inflación que en el 2021 fue del 5.62% que desbordó los pronósticos. Hay quienes se alegran porque esa inflación se ubica en el medio de la tabla de inflaciones de América Latina ignorando que ese índice es un promedio matemático que oculta realidades internas como las de quienes se ubican por debajo del promedio y las condiciones específica de cada país. Por ejemplo, en Colombia, la inflación es más agresiva por el alto índice de desigualdad que se mide a través del coeficiente de Gini (0,539) que muestra la concentración del ingreso en pocas manos, muy alto comparado con otros países; por eso Colombia ocupa el 2º lugar en desigualdad en América Latina y el 7º lugar en el mundo. Sépase que la brecha entre ricos y pobres se ha ampliado en los 10 últimos años porque el 20% de la población más rica recibió el 54% de los ingresos, mientras que el 20% más pobre obtuvo sólo el 6%; por eso la pobreza es de 21 millones de personas y la pobreza extrema de 7,4 millones.
«En enero no se sienten tanto las alzas porque todavía hay inventarios del año anterior, pero en febrero será duro el impacto porque se aplicarán en su rigor los costos de producción».
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El director del Centro de Estudios Económicos de Fedesarrollo notifica que la inflación es la consecuencia derivada de los altos precios en alimentos que superó el 17% y representan el 50% de la inflación, además inciden el aumento de la demanda, crecimiento económico, mayor gasto de los hogares, el paro, precios regulados en energía, gas, agua y gasolina que explican un 20% adicional de incremento, por eso suben los fletes que encarecen el transporte de víveres, arrendamientos, el mismo aumento del salario mínimo según el cual suben también algunos bienes y servicios, el IVA, el dólar, crisis de contenedores o de importación y exportaciones, falta de insumos para la producción agroindustrial como fungicidas, abonos, maquinaria y equipos, y también como consecuencia de la importación de muchos productos y mercancías de origen agropecuario con destino a la alimentación que suman cerca de 13 millones de toneladas al año que se pagan en dólares.
En enero no se sienten tanto las alzas porque todavía hay inventarios del año anterior, pero en febrero será duro el impacto porque se aplicarán en su rigor los costos de producción y la devaluación que pagará el pueblo que es el mayor consumidor.
Por: Chucho Martínez

