Hay que cerrar el año con la alegría de seguir con vida tan amenazada por la pandemia y los violentos de todos los pelambres. Nos duele la precaria situación social del pueblo colombiano agravada por los altos niveles de corrupción e inseguridad, que muestran un gobierno a todas luces mediocre, como lo registran todas las encuestas. En defensa de la vida, nos alegra sobremanera el plebiscito realizado por los habitantes del Norte de Nariño que se oponen rotundamente a la megaminería que acabará con las fuentes de agua.
El fuego como el agua, cuando desbordan sus justas proporciones ocasionan incendios como los forestales en verano e inundaciones incontrolables en invierno como lo estamos viendo en la costa y el norte nariñense, que tienen destruidas las vías de comunicación que retardan la reactivación económica que se esperaba llegaría como maná del cielo con la reapertura del Puente de Rumichaca; pero no es así, porque en el Ecuador también hay crisis.
«El electorado ve en las elecciones una oportunidad de sacar algún beneficio personal, familiar o para sus comunidades con lo que terminan hipotecando su capacidad de reclamo».
El gobierno colombiano canta victoria porque se proyecta un crecimiento económico del 9%, por eso se atrevió a incrementar salarios en un 10% que se diluirá en el alto índices de precios –léase inflación- que ya va en el 6.3%. Sépase que mientras el salario mínimo en Colombia es de un millón de pesos, el de Ecuador es de un millón seiscientos, y eso que ese país es más pobre que Colombia y proyecta un crecimiento del 2.8%. El crecimiento económico en Colombia no trae desarrollo social; por ejemplo, 2.2 millones de colombianos dejaron de pertenecer a la clase media porque se empobrecieron.
Los políticos por su parte ya andan moviéndose en las mecánicas electorales, en las que infortunadamente, ha caído también la izquierda. En todas las listas para el Senado hay nariñenses, pero con pocas opciones de salir elegidos para renovar el Congreso. El electorado ve en las elecciones una oportunidad de sacar algún beneficio personal, familiar o para sus comunidades con lo que terminan hipotecando su capacidad de reclamo, del que, en hora buena, se apropiaron los jóvenes y sacudieron al país con el paro nacional y que debe expresarse en elecciones como lo hicieron en Chile donde ganó un joven de 35 años de edad.
Mientras tanto, sigue con trapisondas la revocatoria del alcalde de Pasto.
Por: Chucho Martínez

