Jaime Goyes Andrade

Aprender a valorar

“Había una hormiga que llegaba temprano a su trabajo todos los días y comenzaba su jornada inmediatamente, hacía todo con dedicación y excelencia. Era una hormiga muy productiva y estaba feliz con su función.

Un día, el león quien era su jefe se dio cuenta de que la hormiga trabajaba sin supervisión y pensó: si ella era tan productiva sin supervisión, ¡imagínese entonces si estaba supervisada!

Así pues, el león decide contratar a la cucaracha, quien tenía demostrada experiencia en supervisión. En su nuevo papel, la cucaracha se propuso como primer objetivo implantar un sistema de fichaje de entrada y salida de los empleados, con el fin de vigilar la presencia de ellos. Tan pronto acabó con el control, decidió buscar una secretaria y contrató a una araña.

El león estaba encantado con los informes que producía la araña y le pidió que además añadiera gráficos a los informes para describir las tendencias y rangos de producción.

La cucaracha entonces decidió que necesitaba comprar un ordenador y una impresora láser para mejorar los informes y decidieron contratar a un ‘manager’ de informática.

La hormiga entre tanto, que un día fue tan productiva y feliz, comenzó a sentirse agobiada por todos los datos e informes que le solicitaba la cucaracha y que ahora consumían muchísimo de su tiempo. El león se percató de la situación y decidió que era el momento exacto de tener un jefe de departamento y decidió contratar a la cigarra, la cual necesitó también un asistente que trajo de su anterior trabajo, la pulga. Juntas elaboraron una estrategia de mejoras para el departamento y un control de presupuesto, en medio de este crecimiento abrupto estaba la hormiga que cada día se sentía más triste y desmotivada.

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El gerente cigarra habló con el león para mostrarle que necesitaban invertir en un estudio de clima laboral. Este estuvo de acuerdo, pero al analizar las finanzas se dio cuenta de que la unidad donde trabajaba la hormiga ya no rendía como antes, por lo que contrató a la lechuza, que era una consultora muy reconocida.

La lechuza trabajó en este diagnóstico durante tres meses y afirmó que había mucha gente en la empresa. Entonces, llegó el momento de despedir a alguien, y ¿puedes adivinar quién fue elegido? Si fue la hormiga”.

Esta fábula la leí en las redes (desconozco al autor) y deja una gran enseñanza y es que muchas veces, por codicia, descartamos a las personas que realmente nos ayudaron a crecer desde un principio y no valoramos todo lo que hicieron por nosotros.

Por: Jaime Goyes Andrade