Temporada para estar alegres, pero con responsabilidad
Desde el punto de vista litúrgico, la Navidad comienza estrictamente el 24 de diciembre a media noche, pero también es claro que desde la perspectiva popular, estas fiestas de fin de año empiezan a entrar en un clima especial a partir de este 7 de diciembre, con las vísperas de la Inmaculada Concepción, que en nuestro país está especialmente marcado por la tradición de iluminar los frentes de nuestras casas con velas en honor de la Santísima Virgen.
Quisiera plantear algunas reflexiones a raíz de estos días festivos:
- No olvidemos la esencia de la Navidad
La esencia de la Navidad es fundamentalmente cristiana. Aunque la mentalidad de la sociedad consumo y la globalización ha inundado con muchos simbolismos esta temporada, lo que celebramos es el natalicio (el Misterio de la Encarnación) del Hijo de Dios, venido al mundo para nuestra salvación.
No perdamos de vista, pues, el sentido profundo de este tiempo; no dejemos que se desdibuje el brillo que por estos días hemos de dar a la persona de Jesús. Mantengamos la tradición del pesebre; hagamos la novena de aguinaldos, que dispone a las personas y familias para homenajear a Jesús; asistamos a la Santa Misa de nochebuena y en comunidad cristiana agradezcamos que el Hijo de Dios haya irrumpido en la historia humana para rescatarnos de las tinieblas del mal.
- Estemos alegres, sí, pero sin herir el espíritu de la Navidad.
Lo anterior no va directamente en contra de la alegría popular. Durante estos días de fin de año hay muchísimas fiestas de antiquísima tradición. Qué bueno que al participar de ellas aprendamos a hacerlo honrando los valores cristianos que animan estos días: el respeto, la fraternidad, el reencuentro familiar, la unión colectiva, la felicidad de los niños.
loading...Los desenfrenos, el desorden social, generalmente son un pésimo camino, pues muy a menudo terminan en peleas con una altísima probabilidad de incluso dejar heridos, muertos y muchas familias llorando o divididas. No nos escudemos detrás de las “tradiciones” para perpetuar costumbres que son abiertamente contradictorias al sentido positivo de la Navidad.
- Demos a la Navidad el brillo de la caridad
Finalmente, otro aspecto que sobresale durante estas fechas es el de compartir. Al interior de las familias se comparten regalos; entre los vecinos se intercambian los diferentes platos que son propios de la tradición navideña.
No nos quedemos ahí, este tiempo que anima una sensibilidad tan particular, abra el corazón de todos para hacer a los más pobres partícipes del calor humano y cristiano de la Navidad. Llevemos a niños, ancianos, migrantes, encarcelados, un poco de esta alegría por medio de nuestra generosidad.
Con este espíritu, ¡Felices fiestas!
Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro

