Refirámonos al servicio exterior de Colombia, específicamente en las embajadas y consulados en países donde el nuestro tiene sedes. Son experiencias de personas que acuden a las oficinas en el exterior para variados trámites. Recordemos que el consulado no es propiamente diplomático sino comercial. Una importante función para los ciudadanos es servir de notaría en el extranjero y otras, como expedir pasaportes, tarjetas de identidad, autenticaciones etc.
Me contaban residentes en el exterior en tres diferentes países de Europa y Suramérica, lo que voy a referir:
Para obtener una T.I. para un menor, exigieron fotografías con milímetros exactos, para luego ser recortadas con una tijera sin mediciones por la funcionaria, pero en la primera presentación el ciudadano tuvo que repetirla porque le faltaba o sobraba un milímetro. (El hecho habla por sí solo). Le advirtieron que debían asistir los dos padres, al llegar después de tramitar permisos en sus respectivos trabajos y en la escuela del menor, de manera descortés trancaron a la madre (así como suena “trancaron”), porque “no podía entrar; solo el padre” (también habla por sí solo).
Les ofrecieron un café que no aceptaron por el fastidio de la desabrochada atención del o la funcionaria consular: “pero es gratis” respondió el o la “diplomática” colombiana. (También, no comentarios).
Las tarifas para una firma del cónsul son francamente arbitrarias y claro, en dólares o euros.
Uno de mis entrevistados decía: “Se creen unos dioses pero además son patanes”.
Recordé que hace un par de meses en la legación de Madrid, nada menos que el embajador Plata con ocasión de la Feria del Libro, provocó un incidente aberrante ratificado por Duque, pero protestado internacionalmente al rechazar a importantes escritores no gobiernistas. En Tuluá la policía provocó otro incidente diplomático con apología del nazismo en su propia escuela institucional. ¡Qué vergüenza! – Manifestaciones ideológicas del régimen.-
Por: CARLOS ALVAREZ

