Juan Carlos Cárdenas Toro

Recibamos a la hermana Gloria Cecilia

La superiora provincial de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada me informó que el esperado regreso de sor Gloria Cecilia Narváez Argoty a su tierra natal será el 22 de noviembre. Un momento seguramente soñado por ella, pero también por el que estuvimos rezando por más de 4 años.

La noticia de su liberación fue una sorpresa que provocó conmoción y gozo, no sólo entre su familia y en su comunidad religiosa sino en Pasto y todo Nariño.

La primera sorpresa fue no verla tan deteriorada físicamente, como imaginaríamos que estaría luego de tanto tiempo de secuestro. Si bien las primeras imágenes notaban el impacto de esa experiencia inimaginable, su rostro incluso sonriente ya nos generó alivio. Luego, según nos han ido informando, los primeros exámenes que le han podido realizar confirman que en general está bien. Gracias a Dios.

La segunda sorpresa fue apreciar en sus palabras su fortaleza emocional y psicológica. Para cualquiera un secuestro es de por sí una situación límite y generalmente traumática. En las entrevistas que le han hecho, Sor Gloria Cecilia no esconde las dificultades que tuvo que vivir, no oculta el sufrimiento que esto le representó, pero en su lenguaje verbal y no verbal, detrás de su figura menuda, aparece una fuerza mental que nos admira. Bendito sea el Señor.

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La tercera sorpresa es su profundidad espiritual. Yo no conocía a la hermana Gloria Cecilia, pero supongo que por su opción de vida consagrada era una mujer de fe profunda y de convicciones religiosas claras y arraigadas. Pero cada palabra, cada frase que he podido escucharle en estos primeros días de regreso a la libertad son una auténtica lección de espiritualidad probada y templada en la escuela del sufrimiento. Ciertamente a la hermana Gloria Cecilia no le pudieron secuestrar su espíritu. Se nota que en medio de tantas ausencias, de muchas maneras Dios le hizo percibir su consoladora presencia.

Por esto, en la invitación que planteo desde el título está no solamente acoger a Sor Gloria Cecilia con manifestaciones sociales, con salidas a la calle — cosas todas ellas bienvenidas —. Sobre todo, recibamos de ella el mensaje que ahora, forjado en la escuela del dolor, nos ella nos trae como testimonio. Dejémonos que sus sorpresas a través de las cuales Dios nos habla, se transformen en inspiración para las dificultades que todos los días tenemos que atravesar.

 La hermana Gloria nos enseña que la fe madura es la fuerza que transforma la noche más oscura en un camino para alcanzar la luz más poderosa.

El 23 a las 10:00 a.m. con ella agradeceremos a Dios en la Eucaristía que celebraremos en la Iglesia Catedral.

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro