Hace 6 años me aventuré a conocer China. Lo hice acompañado de 3 amigos: Dos de Samaniego y otro pastuso. Nuestra estadía fue de 3 semanas que nos quedaron cortas para todo lo que hay por conocer en ese extenso territorio de Asia.
Me llamó la atención su acelerado ritmo de crecimiento. Trabajan como hormiguitas las 24 horas del día y su meta es producir, producir y producir, por eso no es exagerado decir que son el supermercado del mundo. Todo lo que usted busca lo encuentra al voltear la esquina.
En Colombia, y estimo que en varias regiones del mundo, tenemos la concepción de que todos los productos chinos son de mala calidad. Esto no es cierto. Cuando usted llega a cualquier fábrica ellos se toman el tiempo necesario para presentarle las diferentes calidades que ofrecen. Si usted solicita mercancías de primera, se los producen y suministran, si los busca de segunda o tercera también se los ponen a su disposición.
Lo que sucede es que buena parte de los comerciantes colombianos siempre importamos productos de segunda y tercera calidad que se venden aquí como si fueran de primera. No es el productor chino quien engaña, somos los nacionales quienes metemos gato por liebre.
Hago estas reflexiones porque en esta semana leí varios comentarios en contra del industrial Mario Hernández, a quien criticaban porque en sus tiendas vendía bolsos fabricados en China a precios altos, cuando debían ser baratos.
El Sr. Hernández salió a defenderse argumentando que tenía que importar esta clase de productos porque aquí no somos competitivos en el suministro de materias primas y en los costos de producción y comercialización.
“Los impuestos en Colombia suman más o menos un 70% y en China un 25%. Así no se puede trabajar ni se puede competir”.
Soy cliente de Arturo Calle, en múltiples ocasiones he adquirido prendas en sus tiendas y en general he observado que son de buena calidad. Cuando leo las marquillas con mucha frecuencia encuentro que son producidas en China.
POR: VICTOR RIVAS MARTINEZ.