Carlos Santa María.

Colombia: ¿falsos positivos por doquier?

Ha horrorizado al mundo la noticia internacional y el video respectivo de dos niños venezolanos retenidos en un establecimiento comercial por robar en la localidad de Tibú (noroeste de Colombia), entregados a personas indeterminadas por los guardias de seguridad del local y luego asesinados de modo flagrante, poniendo en sus cuerpos martirizados un cartel que decía “Ladrones”.

En Chile se ha asesinado a una defensora de derechos humanos en plena protesta, impactando su cara con una bomba lacrimógena utilizada para reprimir las manifestaciones que ejercen sectores sociales ampliamente afectados por la política neoliberal de Sebastián Piñera. Las fuerzas policíacas han dicho que la causa de muerte ha sido “fuegos artificiales” utilizados por los manifestantes.

En ambos casos se ve la indefensión de las personas, la desproporción en el castigo y la impunidad violenta, convirtiéndose en falsos positivos de ingrata recordación.

 

«Latinoamérica debe unirse urgentemente para rehacer el continente americano en su totalidad haciendo de los límites puentes de humanidad, igualdad y concordia. No hay otro camino».

 

La masacre de Tibú llevará a que la vicepresidenta ejecutiva de Venezuela, Delcy Rodríguez, eleve ante el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas y la comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, una denuncia al país por el asesinato de dos menores venezolanos pertenecientes a la población indígena Wayúu, la política de agorafobia y exterminio al promover odio, discriminación y xenofobia hacia dichos ciudadanos.

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Además, denunciará al presidente de Colombia, Iván Duque, ante la Corte Penal Internacional (CPI) por el delito de «exterminio y persecución» contra los migrantes venezolanos, contemplado en el artículo 71h del Estatuto de Roma, hecho que calificó como una «ejecución extrajudicial», agravado por datos de la ONG Codhes porque durante el presente año han sido asesinados en territorio colombiano un total de 360 venezolanos. Aún más, se exigirá mostrar la verdadera inversión de las autoridades al recibir más de 1.600 millones de dólares en donaciones para atender a dichos migrantes.

La única lección posible es entender que Latinoamérica debe unirse urgentemente para rehacer el continente americano en su totalidad haciendo de los límites puentes de humanidad, igualdad y concordia. No hay otro camino.

Por: Carlos Santa María