P. Narciso Obando.

Ingobernabilidad en Pasto

La palabra ingobernabilidad es la más apropiada para referirse a la crítica situación por la que atraviesa la ciudad de Pasto. Ingobernabilidad es la incapacidad de producir bienestar debido a la sensible disminución en el orden y en la estabilidad social.

Para comenzar, se ha incrementado notablemente el problema de inseguridad en nuestra ciudad. Es necesario comprender que este fenómeno afecta la tranquilidad de la ciudadanía, que sería un factor más que suficiente para buscar medios eficaces para combatirla. Sin embargo las respuestas de la mayoría de las instituciones encargadas de brindar seguridad, justicia y protección de los derechos ciudadanos no son las adecuadas.  

Tan solo un pequeño recorrido por algunas vías de la capital nariñense, nos sirve para comprobar que los pastusos se movilizan en una ciudad donde casi nadie respeta las normas de tránsito.

En este mismo sentido, merece punto aparte mencionar el problema del mototaxismo, que se ha salido de las manos de las autoridades respectivas desde hace mucho tiempo, con conductores irresponsables y temerarios, que sin medir las consecuencias violan las normas de tránsito y hacen caso omiso de las restricciones acerca del parrillero hombre, en pocas palabras, hacen lo que se les antoja en las vías y aún más lamentable es observar que las agentes de tránsito no hacen valer su autoridad.

Desorden, ocupación de andenes para ventas informales, basuras en separadores y esquinas, obras a medio terminar, buses que prestan un servicio ineficiente, taxistas que solo van a donde ellos les conviene y cobran lo que les da la gana, una malla vial en deplorables condiciones, escenarios sumidos en la desidia, conductores incómodos por la proliferación de vendedores ambulantes y “limpia vidrios” en los semáforos. Estas y otras escenas son captadas a diario en nuestra ciudad sorpresa.

Día tras día abundan las quejas de los ciudadanos por los “trancones”, la suciedad, el mal aspecto de la mayoría de parques y plazas, la falta de espacio tanto para peatones como para vehículos e invasión de bicicarriles, y otras tantas situaciones que mantienen inconformes a la comunidad, reflejándose una total falta de autoridad.

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Las calles se han convertido en parqueaderos improvisados, los andenes son los estacionamientos de motocicletas y carros, por este motivo los peatones deben tener cuidado a la hora de transitar, pues pueden ser víctimas de un accidente. Todo esto, como es apenas normal, genera el caos vial en el que anda inmersa la ciudad. Lo más preocupante de esta radiografía es que, pese a la indisciplina vial, en Pasto no se adelantan los suficientes y eficaces operativos de control.

Es así como vemos con profunda tristeza el estado de abandono de nuestra ciudad capital, sumida en una desidia e ineptitud que retrasan su progreso. Pasto parece que no tiene ni gobernantes ni ciudadanos a los que les duela o que se duelan de su caótica y pésima situación. ¡Qué lástima!

Todos merecemos paz, educación, seguridad y una vida digna; nuestros derechos humanos no deben verse amenazados por ningún grupo, gobierno o persona. Recordemos que el ejercicio y respeto de los derechos humanos, civiles, económicos, sociales, culturales y políticos es hoy el oxígeno que debe dar vida a verdaderas democracias de calidad, que tengan en cuenta a todos sus ciudadanos, especialmente a los más vulnerables.

Por: Narciso Obando López, Pbro.