Brigitte Bardot, una de las figuras más influyentes del cine europeo del siglo XX y símbolo indiscutido de la cultura popular francesa, falleció a los 91 años en su residencia ubicada en el sur de Francia. La información fue confirmada por Bruno Jacquelin, vocero de la Fundación Brigitte Bardot para la Protección de los Animales, organización que la actriz fundó y a la que dedicó gran parte de su vida tras retirarse del mundo del espectáculo. No se informó oficialmente la causa de su muerte ni se anunciaron de inmediato ceremonias fúnebres. Bardot había sido hospitalizada semanas antes.
La noticia provocó una fuerte reacción en Francia y en el ámbito cultural internacional. El presidente Emmanuel Macron la despidió públicamente, calificándola como una “leyenda”, reconocimiento que refleja la magnitud de su influencia más allá del cine, como figura central del imaginario francés de la posguerra.
Bardot alcanzó la fama mundial en 1956 con la película “Y Dios… creó a la mujer”, dirigida por Roger Vadim, quien entonces era su esposo. El filme rompió esquemas al presentar una imagen femenina asociada a la libertad, la sensualidad y la juventud, generando tanto escándalo como fascinación. Ese papel la consagró como un símbolo sexual y cultural, marcando un punto de inflexión en la representación de la mujer en el cine europeo y en la cultura de masas.
Su impacto fue tan profundo que trascendió el ámbito artístico. En 1969, los rasgos de Bardot fueron elegidos como modelo para “Marianne”, la figura alegórica de la República Francesa, lo que consolidó su estatus como ícono nacional, capaz de representar valores culturales y cívicos de Francia ante el mundo.
En 1973, en pleno apogeo de su fama, Bardot decidió retirarse del cine y se estableció en Saint-Tropez, en la Riviera francesa. Con esta decisión buscó alejarse del asedio mediático y de la presión constante del estrellato. Sin embargo, su retiro no implicó desaparecer de la vida pública: inició una segunda etapa marcada por un fuerte activismo en defensa de los animales, convirtiéndose en una de las voces más visibles y polémicas del movimiento animalista en Europa. A través de campañas mediáticas y de su fundación, Bardot sostuvo durante décadas una militancia constante contra el maltrato animal.
Con el paso del tiempo, su figura también estuvo rodeada de controversias políticas y judiciales. Bardot expresó posiciones cercanas a la extrema derecha y fue condenada en varias ocasiones por la justicia francesa por incitación al odio racial, lo que generó fuertes debates y divisiones en la opinión pública. Esta faceta contrastó con la admiración que aún despierta su legado artístico y su compromiso con la causa animal.
Así, la trayectoria de Brigitte Bardot queda marcada por una dualidad persistente: por un lado, la actriz que definió una estética, una actitud y una época en el cine y la cultura popular; por otro, la activista radical y polémica que desafió consensos y generó rechazo en sectores de la sociedad. Su muerte cierra la vida de una figura irrepetible y decisiva, cuya influencia cultural sigue siendo indiscutible dentro y fuera de Francia, incluso en medio de las controversias que acompañaron sus últimos años.
