¡Regresa del silencio! 17 años después hallan los restos del líder indígena

Diecisiete años de silencio, de búsqueda y de lágrimas tuvieron que pasar para que el pueblo indígena de los Pastos pudiera volver a abrazar, aunque simbólicamente, al hombre que la guerra les arrebató.
Se trata de Jesús Alirio Valenzuela Villota, conocido cariñosamente como “Taita Alirio” o “El Conejo”, un líder indígena del resguardo Miraflores que fue secuestrado y desaparecido por hombres armados el 6 de mayo de 2008, frente a los ojos atónitos de su comunidad.

Ese día, Alirio cumplía su labor como regidor del programa Adulto Mayor, una función que desempeñaba con orgullo y compromiso. Nunca imaginó que esa jornada sería la última. Testigos recuerdan cómo varios hombres lo interceptaron, lo obligaron a subir a un vehículo y se lo llevaron sin decir palabra.
Desde entonces, nada se supo de él… hasta ahora.

Retorno

El retorno digno de sus restos al territorio sagrado del Gran Cumbal marcó un momento de profunda emoción, justicia espiritual y desahogo colectivo. “Durante años lo buscamos sin descanso. Hoy, por fin, vuelve a su casa, a su tierra”, expresó uno de los mayores del resguardo, mientras el humo del sahumerio cubría el aire helado de la montaña.

Jesús Alirio, padre de cinco hijas y hombre de trabajo, era recordado por su alegría, su solidaridad y su empeño en servir a los demás. Agricultor, pescador y líder comunitario, fue un símbolo de unión para los habitantes de Miraflores. “Era un hombre bueno, servicial, de los que ya no se ven. Lo mataron por ayudar, por pensar en su gente”, dice con rabia contenida un comunero del sector.

Impunidad

La ceremonia de retorno, acompañada por la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y las autoridades indígenas del pueblo de los Pastos, se convirtió en un acto de memoria y resistencia frente a la impunidad. Cada canto y cada bastón levantado representaron la voz de quienes aún esperan justicia por sus seres queridos.

“El Taita no murió, lo sembraron en la memoria del territorio. Su espíritu vuelve para recordarnos que no se puede callar la verdad”, dijo uno de los líderes espirituales durante el ritual de armonización.

Aunque los años han pasado, el dolor sigue latente. En el municipio de Cumbal, las desapariciones forzadas marcaron a decenas de familias que todavía buscan a los suyos. El caso de Jesús Alirio es solo uno entre muchos que quedaron en la sombra del conflicto.

Para su familia, este regreso es un cierre, pero también una herida que se abre para exigir justicia. “Fueron años de miedo y silencio. Hoy podemos despedirlo con dignidad, pero no olvidamos lo que le hicieron”, aseguró una de sus hijas, con lágrimas en los ojos. La historia de Jesús Alirio Valenzuela es una de esas que duelen y enseñan: un hombre arrancado de su hogar por la violencia, pero devuelto al corazón de su pueblo como símbolo de resistencia.
En el frío del altiplano nariñense, su nombre se pronuncia otra vez, con respeto, con fuerza, con amor.