Narciso Obando López, Pbro.

ADVIENTO: ESTILO CRISTIANO DE VIDA

Por: Narciso Obando López, Pbro.

Estamos en tiempo de adviento. Por una parte, el adviento se orienta a la celebración de la primera venida histórica de Cristo en carne mortal; por otra, nos remite también a su venida última en poder y gloria, sin perder por ello la perspectiva del presente en que se realizan las continuas venidas de Dios, en los acontecimientos diarios de la historia personal y comunitaria.

El adviento, más que un tiempo limitado a cuatro semanas del calendario, es una actitud permanente, un estilo de vida para el cristiano, un proceso de liberación siempre en marcha hacia Dios, hacia los hermanos y hacia el mundo como lugar teológico de la presencia y acción salvadora de Dios.

El estilo vigilante del adviento es lo que distingue al creyente. Porque el adviento es la iniciativa constante de Dios mismo que viene a nuestro encuentro para confiarnos una tarea apasionante y siempre inacabada: La construcción del mundo y del hombre nuevos. Por eso el adviento es realidad presente y esperanza futura, es respuesta al vacío existencial de muchos, es razón para vivir, amar y esperar a pesar del desencanto y el cansancio de la vida.

Vigilancia y oración se apoyan mutuamente, porque son virtudes hermanas e inseparables. La oración sostiene la fe y la esperanza vigilante, manteniendo nuestro contacto y diálogo con Dios, como hacía Jesús. La oración el mejor remedio contra la somnolencia y la modorra espirituales que nos privan de la agudeza, de la sensibilidad y de los reflejos cristianos para discernir la hora de Dios en nuestra vida personal y comunitaria.

La expectativa dinámica que suscita el adviento no tiene parada final en la navidad, sino que continúa viaje hasta la vuelta definitiva del Señor. Pero esto no es una coartada para desentendernos del mundo presente. ¿Creemos en Dios? Creamos también en el hombre, amando a nuestros hermanos como Dios los ama en Cristo. Él viene viniendo. Ya resuenan sus pasos cerca de nosotros. Que nos encuentre en la vigilancia de la fe y en la oración de una vida dedicada a amar a los demás.