Caracas, 25 de diciembre de 2025 – Mientras millones de venezolanos celebran la Navidad rodeados de luces, regalos y tradiciones, la capital del país vive una de las temporadas navideñas más tensas de su historia reciente, marcada por la política y la presión internacional. La agencia AFP reporta desde Caracas que, entre sonrisas y decoraciones brillantes, persiste una sensación de ansiedad vinculada al enorme despliegue militar estadounidense en el Caribe y la percepción de una posible acción más agresiva contra el gobierno de Nicolás Maduro.
🎄 El contraste entre celebración y miedo
Desde octubre, por orden del propio presidente Nicolás Maduro, Venezuela declaró oficialmente abierta la temporada navideña —anticipándose casi dos meses antes de lo habitual— con el objetivo de promover “alegría y felicidad”. Sin embargo, muchos habitantes ven esta medida como una forma de desviar la atención de una profunda crisis política, económica y social.
Las calles de Caracas, especialmente el Paseo Los Próceres, están decoradas con millares de luces que buscan crear un ambiente festivo incluso en medio de cortes de electricidad frecuentes y una hiperinflación que ha reducido el poder adquisitivo de muchas familias.
Pero ese brillo contrasta con otro tipo de luces que han estado captando toda la atención de los ciudadanos: las de los buques y aeronaves militares de Estados Unidos desplegados en el Caribe. El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump ha movilizado una gran flota naval en lo que llama operaciones contra el narcotráfico, que incluyen ataques a embarcaciones y la incautación de petroleros vinculados a exportaciones venezolanas sancionadas.
🇺🇸 Presión de EE. UU. y acusaciones mutuas
La administración Trump ha intensificado la presión sobre Venezuela con múltiples acciones: desde sanciones económicas hasta un aumento de la presencia militar en la región del Caribe. Según informes internacionales, la Casa Blanca ha ordenado centrarse en la “cuarentena” del petróleo venezolano, una maniobra que busca cortar ingresos clave del régimen sin declarar oficialmente un bloqueo, término que podría verse como un acto de guerra bajo el derecho internacional.
Washington también ha apuntado contra familiares y allegados de Maduro con sanciones adicionales, acusándolos de apoyar actividades ilícitas como corrupción y narcotráfico, aunque Caracas niega vehementemente tales acusaciones y tilda estas medidas de intentos de derrocar al gobierno legítimo.
Mientras tanto, Venezuela aprobó recientemente una ley que criminaliza actos percibidos como apoyo a los bloqueos o incautaciones de petroleros, imponiendo penas severas a quienes participen o promuevan tales actos.
📉 Una sociedad en tensión
Este contexto de presión externa y fragilidad interna ha generado profundas tensiones entre los venezolanos. Para muchos, hablar de política es un riesgo, ya que miles de opositores han sido arrestados en los últimos años bajo la acusación de poner a Venezuela bajo el control extranjero. La normalidad de las festividades convive con el temor latente de otra escalada militar o incluso de una confrontación abierta.
Especialistas en salud mental advierten que esta situación persistente de estrés político, crisis económica y miedo a un conflicto armado podría tener implicaciones severas para el bienestar emocional de la población, con posibles aumentos en los niveles de ansiedad y trastornos del sueño.
🤝 Mensajes oficiales y respuesta popular
Ante la coyuntura, Maduro ha buscado enviar mensajes de paz y estabilidad, celebrando actos públicos, cenas navideñas comunitarias y discursos en los que rechaza lo que considera el “imperialismo” estadounidense. Sus palabras han sido transmitidas ampliamente por canales oficiales, aunque no han logrado calmar del todo a una parte de la población que vive con desconfianza sobre el futuro político del país.
En la vida cotidiana, los caraqueños muestran un abanico de actitudes: algunos intentan disfrutar de las festividades como una válvula de escape de las preocupaciones políticas, otros expresan frustración y resignación ante décadas de crisis, y no pocos evitan hablar de los temas más espinosos en público.

