Argumentar no transforma tanto como creemos. Puedes tener razón, evidencia y lógica impecable, y aun así no generar ningún cambio. Porque el cambio no suele ser intelectual, es emocional.
Las personas cambian cuando el costo de seguir igual supera el costo de cambiar. Cuando algo deja de funcionar. Cuando duele lo suficiente como para mover.
Esto no significa que hablar no sirva, sino que no es el motor principal. Las ideas preparan el terreno, pero la experiencia empuja.
Aceptar esto evita frustraciones innecesarias. No todo depende de tu capacidad de explicar. Algunas lecciones no se enseñan, se atraviesan.
