Pupiales, el municipio que decidió avanzar pese a la tormenta

Mientras unos señalaban, el alcalde avanza y las obras hablan por sí solas

En Pupiales, un municipio frío muy cerca de Ipiales y de la frontera con Ecuador, a 91 km de Pasto, nadie olvida el día en que su nombre saltó a las noticias nacionales. No fue por una obra, ni por un logro colectivo. Fue por la abrupta captura y posterior solicitud de extradición del alcalde que aún ronda en conversaciones y pasillos, investigado por presunta participación en una red internacional de narcotráfico. La imagen de Pupiales quedó marcada en cuestión de horas: un pueblo trabajador reducido al escándalo ajeno.
Desde entonces, la administración local lleva consigo un peso que no escogió. La gente lo dice con franqueza: “nos metieron en un problema que no es nuestro”. Y sin embargo, en medio del señalamiento y la incertidumbre, Pupiales tomó una decisión silenciosa pero firme: seguir adelante.
A Mauricio Cisneros, alcalde delegado, le cayó encima una responsabilidad tan inesperada como ingrata. Asumió el cargo en medio del ruido, con una comunidad que dudaba, exigía y reclamaba representación. “Aquí nadie pidió este momento, pero alguien tenía que sostener el timón”, cuenta un funcionario cercano. Y en ese vacío, Cisneros optó por el camino más simple y a la vez más difícil: trabajar sin excusas.
La administración, lejos de hundirse en el descrédito, se puso en modo reconstrucción. Y, poco a poco, las calles comenzaron a mostrar algo distinto al rumor: obras.

La renovación total del alcantarillado de la Carrera Quinta un sistema envejecido con más de cincuenta años de asbesto cemento se convirtió en el símbolo inesperado de esa resistencia. Una obra silenciosa, sin cintas ni discursos, pero que cambió la vida diaria de cientos de familias.
En cuatro zonas rurales se proyectan 400 metros de intervención en vías terciarias: para muchos, un tramo corto; para los campesinos, un avance enorme. Son caminos donde hay barro y pronto tendrán pasos estables de placas huella en Espino Sur, Chires, Piacún y José María Hernández, cuyo proceso de licitación ya finalizó y el contrato fue adjudicado, dando paso al inicio de la construcción.
En estos meses, el municipio ha priorizado la contratación y estructuración de obras que buscan mejorar la movilidad rural, con una planeación que abarca 170 kilómetros intervenidos. “No es lujo, es dignidad”, dice un campesino que todavía lucha con el barro, pero que ve en estas decisiones el inicio de un cambio largamente esperado.
Mientras se adelantaban los procesos de contratación en el campo, otros proyectos avanzaban en la zona urbana. La pavimentación de la carrera 4, una obra esperada durante años, fue entregada el 12 de diciembre con una inversión de 3.700 millones de pesos. Y en paralelo, el municipio acelera la recta final de un desafío heredado: la plaza de mercado, un proyecto que llegó desde la administración pasada con errores de formulación y que debió corregirse desde la base. Pese a ello, su construcción avanza y tiene fecha de entrega para abril, cerrando un capítulo que se había estancado por años.

Y mientras se reparaban vías, otra tarea igual de silenciosa sucedía en el campo. Desde la UMATA, veterinarios e ingenieros agrónomos recorren las veredas acompañando a los productores, revisando ganado, apoyando cultivos y resolviendo problemas que solo se entienden conversando en un potrero. No son visitas protocolarias; son jornadas de trabajo que buscan sostener la economía campesina que alimenta al municipio.
La administración también lideró una jornada masiva de vacunación canina que movilizó a barrios completos. En Pupiales las familias llegaron con sus mascotas a cuestas, agradecidas por un servicio que rara vez llega hasta los rincones más apartados.
Y mientras la infraestructura avanzaba, otro detalle llamó la atención en Pupiales y en toda Colombia: este es el único municipio donde el gestor social es un hombre.


Arnoldo Belalcázar hermano del alcalde en proceso de extradición asumió un rol que tradicionalmente se asigna a las primeras damas. Y lo hizo desde la humildad de quien sabe que también carga un estigma ajeno. A Arnoldo, con ese peso sobre los hombros, le tocó quedarse a dar la cara.
Su primer acto fue recorrer las veredas, una a una, verificando los compromisos hechos antes de la crisis. No llegaba con saludos protocolares: llegaba con brochas, pintura y voluntarios para arreglar escuelas. Los vecinos lo ven los sábados y domingos, subiendo cuestas, escuchando problemas, intentando devolver a la administración un rostro cercano.
Su lema, repetido de hogar en hogar, terminó convirtiéndose en un recordatorio colectivo:
“Pupiales vamos para adelante. Hagamos las cosas bien.”
El alcalde Mauricio, zootecnista de profesión, ha encontrado una ruta en la que la técnica y la escucha pesan más que la política. Visita barrios, atiende reclamos y, sobre todo, evita prometer lo que no puede cumplir. “Aquí lo único que nos queda es demostrar con trabajo que Pupiales no es un escándalo, es su gente”, dice en la entrevista.
En el parque principal hoy renovado, moderno y nuevamente lleno de niños los adultos mayores hablan de algo parecido a la calma. Más de 800 participaron en jornadas recreativas, mientras la Comisaría de Familia redobló esfuerzos en proteger a los niños frente a la deserción escolar y el trabajo infantil.
En las noches, las canchas se llenan con niños de las escuelas deportivas y culturales. Fútbol, patinaje, baloncesto, música, danza. Los Torneos Interalcaldías hicieron que Pupiales volviera a sentirse anfitrión, no señalado.
Quizá esa sea la verdadera noticia: que mientras el país recordaba a Pupiales por un caso judicial, el municipio construía una historia completamente distinta. Una historia hecha de alcantarillados nuevos, caminos arreglados, escuelas pintadas, parques concurridos y funcionarios que, lejos de esconderse, decidieron caminar junto a la gente.
Pupiales no escogió la tormenta. Pero está demostrando día a día, obra a obra que se puede avanzar incluso cuando el peso es injusto.
Y que, cuando un municipio decide levantarse, la dignidad tiene más fuerza que cualquier titular.