El presidente de Colombia, Gustavo Petro, protagonizó un nuevo episodio de alto impacto en la política regional al pronunciarse con firmeza sobre la situación de Venezuela, combinando un mensaje de soberanía, memoria histórica y cultura popular. En medio de versiones que resurgen desde Estados Unidos sobre una posible intervención militar en territorio venezolano, Petro rechazó de manera tajante cualquier intento de invasión y defendió el control estatal de los recursos naturales como un derecho irrenunciable de los pueblos.
A través de su cuenta en la red social X, el mandatario colombiano cuestionó duramente la narrativa que califica como “robo” las decisiones del Estado venezolano sobre su petróleo. Petro explicó que se trata de una diferencia profunda entre sistemas jurídicos: mientras en Estados Unidos el subsuelo pertenece al dueño del suelo, en América Latina —y específicamente en Colombia y Venezuela— el subsuelo es propiedad de la Nación por mandato constitucional. En ese sentido, subrayó que sustentar decisiones soberanas sobre los recursos naturales no constituye un delito, sino el ejercicio legítimo de la autodeterminación, y denunció una falta total de comprensión —o respeto— hacia las legislaciones latinoamericanas.
El presidente fue más allá y apeló a la historia para evidenciar los peligros del pensamiento intervencionista. Señaló que, bajo esa misma lógica, México podría reclamar territorios como Texas, California o Nuevo México, que fueron arrebatados por la fuerza en el pasado. Con este ejemplo, Petro insistió en la necesidad de que Estados Unidos y América Latina reconstruyan su relación sobre nuevas bases, centradas en la soberanía, la convivencia y el respeto mutuo entre naciones.
En ese contexto, Petro lanzó una invitación directa y polémica a la líder opositora venezolana María Corina Machado. El mandatario la retó públicamente a viajar a Colombia para hablar de paz y diálogo regional, en lugar de promover salidas militares o invasiones extranjeras. Con un tono cargado de simbolismo cultural, Petro afirmó que Machado podría incluso subirse a una tarima a bailar vallenato, cumbia o porro pelayero, y conversar sobre la paz del Caribe, marcando un contraste entre la cultura de integración y la lógica de confrontación armada.
La confrontación política de fondo es clara. Mientras Petro defiende la integración latinoamericana, el diálogo y la resolución pacífica de los conflictos, María Corina Machado ha respaldado propuestas que contemplan una intervención extranjera y la privatización de los recursos estratégicos de Venezuela. Para amplios sectores, esta postura representa una amenaza directa a la soberanía nacional y un desprecio por los intereses del propio pueblo venezolano.
El mensaje presidencial cerró con una fuerte carga histórica y simbólica al recordar a Simón Bolívar en el aniversario de su fallecimiento. Petro afirmó que el Libertador jamás habría aceptado una invasión extranjera, pero sí clamó por la paz y la unión de la Patria Grande en sus últimos días. Con esta referencia, el presidente colombiano reafirmó su rechazo a la guerra y su apuesta por la integración regional como único camino viable.
En síntesis, Gustavo Petro volvió a marcar una línea política clara frente al conflicto venezolano: no a las invasiones, no a la entrega de los recursos naturales y sí al diálogo, la soberanía y la paz regional. Su mensaje dejó a María Corina Machado ante una disyuntiva incómoda y reavivó el debate continental sobre el futuro de Venezuela y el papel de América Latina frente a las presiones externas.

