El legado de Zamenhof recuerda que el lenguaje puede unir donde antes hubo división.

EL LEGADO DE ZAMENHOF: CUANDO EL LENGUAJE SE CONVIRTIÓ EN PUENTE PARA LA PAZ

Este 15 de diciembre se conmemora el Día de Zamenhof, una fecha que rescata la vigencia del pensamiento de Ludwik Lejzer Zamenhof, médico y humanista que soñó con un mundo donde el idioma dejara de ser motivo de división y se transformara en un instrumento de entendimiento entre los pueblos.

Nacido en 1859 en Białystok, una ciudad marcada por profundas fracturas culturales y lingüísticas, Zamenhof creció observando cómo la incomunicación alimentaba el prejuicio y el conflicto. Convencido de que la palabra podía ser una herramienta de unión, dedicó años a crear el esperanto, una lengua neutral, sencilla y accesible, pensada para facilitar el diálogo entre personas de distintas nacionalidades.

La publicación del esperanto en 1887 despertó un interés inmediato en diversos países. Su estructura gramatical clara y su vocabulario adaptable permitieron que miles de personas lo adoptaran como lengua de encuentro. Más que un idioma, el esperanto se convirtió en un movimiento cultural que promovía valores como la cooperación, la igualdad y el respeto mutuo.

A más de un siglo de su creación, el legado de Zamenhof cobra nueva relevancia en un contexto global atravesado por migraciones, tensiones políticas y desafíos sociales. Especialistas en lingüística y relaciones internacionales coinciden en que el multilingüismo y la comunicación intercultural son claves para la convivencia pacífica. “Entender al otro comienza por escucharlo, y el idioma es el primer puente”, señalan.

Hoy, el esperanto mantiene una comunidad activa en distintos continentes, con presencia en encuentros internacionales, proyectos educativos y plataformas digitales. Su permanencia confirma que el ideal de Zamenhof no fue una utopía pasajera, sino una propuesta ética que sigue inspirando a quienes creen en el diálogo como camino hacia la paz.

En esta conmemoración, el Día de Zamenhof invita a reflexionar sobre el poder del lenguaje para construir entendimiento, derribar prejuicios y recordar que, incluso en la diversidad, es posible encontrar una voz común.

El esperanto nació como una lengua, pero perdura como un mensaje de paz.