La lectura en formato impreso está experimentando un renovado auge, especialmente entre jóvenes y adultos jóvenes, quienes están redescubriendo el valor de los libros físicos en un contexto marcado por la saturación digital. Librerías y editoriales reportan un aumento sostenido en la venta de libros impresos, con especial interés en novelas, poesía y ensayos.
Especialistas del sector editorial señalan que muchos lectores buscan una experiencia más pausada y tangible, lejos de las pantallas y las distracciones constantes. El contacto físico con el libro, el acto de subrayar, pasar páginas y leer sin notificaciones se ha convertido en un factor clave para este resurgimiento.
Este retorno al formato impreso también se ha visto impulsado por clubes de lectura, ferias del libro y espacios culturales que fomentan el encuentro presencial alrededor de la literatura. Estas iniciativas han fortalecido el hábito lector y han creado comunidades que valoran la lectura como una actividad social y reflexiva.
Además, docentes y promotores de lectura destacan que el libro físico facilita una mayor concentración y comprensión del contenido, especialmente en procesos de aprendizaje y formación académica. Padres y educadores coinciden en que el formato impreso sigue siendo una herramienta fundamental para el desarrollo del pensamiento crítico.
El crecimiento del interés por la lectura tradicional confirma que, lejos de desaparecer, el libro impreso se adapta a las nuevas generaciones como una alternativa de conexión, creatividad y bienestar en medio del ritmo acelerado de la vida moderna.

