En la II Cumbre de los Pueblos del Caribe Occidental, realizada en San Andrés, el presidente Gustavo Petro lanzó una advertencia sobre el riesgo de una escalada militar en el mar Caribe, responsabilizando directamente al gobierno de Donald Trump de bombardeos en la región. Durante su intervención, Petro pidió una movilización social masiva y una unidad regional que vaya más allá de los gobiernos, argumentando que los Estados nación ya no están siendo capaces de frenar las guerras ni proteger sus territorios. Para él, la solución pasa por una “diplomacia de los pueblos”, basada en la organización comunitaria y la defensa colectiva de la vida.
El mandatario vinculó los actuales ataques en el mar Caribe con la ofensiva israelí en Gaza, asegurando que los mismos misiles utilizados en Palestina están siendo empleados por Estados Unidos en operaciones armadas cerca de los países caribeños. Recordó que la flotilla humanitaria Global Sumud —en la que participaron las activistas colombianas Luna Valentina Barreto y Manuela Bedoya— representó un ejemplo de acción global ciudadana ante un genocidio que, según él, continúa pese a ciertos avances diplomáticos. Petro advirtió que el genocidio en Gaza no es un hecho aislado, sino un modelo de demostración de poder que ahora también se aplica al Caribe.
El Presidente señaló que Estados Unidos ha desplegado un asedio militar que apunta a Brasil, México, Colombia y Venezuela, países que, según él, ya han recibido advertencias o amenazas directas de Washington. Denunció además que las recientes operaciones armadas en el Caribe se justifican bajo el concepto de “aguas internacionales”, una categoría que Petro cuestionó al afirmar que todas las zonas del mar Caribe tienen jurisdicción nacional. Criticó el silencio de los gobiernos latinoamericanos, indicando que ninguno ha consultado con otros mandatarios para responder de manera conjunta a la incursión militar estadounidense.
En su análisis, Petro sostuvo que los ataques en el Caribe no obedecen realmente a la lucha contra el narcotráfico, sino al interés de asegurar el control geopolítico del petróleo, el carbón y el gas. Aseguró que la reciente incautación de un barco petrolero por las fuerzas estadounidenses constituye un acto de piratería moderna y simboliza la disputa global por los recursos fósiles, que considera el motor económico de estos actos militares. Para Petro, los misiles se convierten en una herramienta de poder destinada a silenciar movimientos sociales y evitar que la ciudadanía se movilice como lo hizo en Europa o Estados Unidos durante las protestas pro-Palestina.
El mandatario enfatizó que la única fuerza capaz de contrarrestar este poder basado en armas y dinero son “las multitudes y la palabra”. Invitó a una movilización regional que denuncie los bombardeos, visibilice la invasión del Caribe y obligue a replantear la política exterior tradicional, que calificó de “inservible” ante la magnitud de las amenazas actuales.
Petro enlazó su mensaje con los principales temas de la Cumbre del Caribe, como la creación de una Confederación de Pueblos del Caribe, la protección de los océanos, la resiliencia climática y la reparación histórica. Reivindicó el papel de Haití en las luchas de independencia de América Latina y llamó a un “Caribe grande” capaz de articular su propia soberanía económica y alimentaria. Propuso avanzar hacia una gestión comunitaria de los recursos marinos, especialmente la pesca, sin afectar el equilibrio de los ecosistemas.
Para finalizar, el presidente colombiano insistió en que la dignidad debe estar por encima de cualquier interés comercial o conveniencia política de las élites regionales. Señaló que los pueblos del Caribe deben organizarse y actuar unidos frente a las amenazas externas, afirmando que “cuando los pueblos se juntan, no hay misil que aguante”. Su mensaje conectó la defensa del Caribe con la resistencia global a la guerra, al autoritarismo militar y a la crisis climática, animando a la región a convertirse en un actor protagónico desde la unidad y la movilización social.

