Por Fernando Alexis Jiménez
Un problema complejo, que crece cada día: infinidad de personas han quedado atrapadas en la ludopatía. Un asunto que el Estado debe ayudar a resolver.
Hay tres palabras que, unidas, podrían describir la sensación de una persona cuando sale de un casino, de los que hay en el centro de la ciudad. Me refiero a derrota, frustración y desesperanza.
Cinco de la mañana. Voy a salir de Cali y me esperan en el parqueadero de la Gobernación. Y sin tinto. Lo necesito, pienso. Nadie vende por ahí nada. Y entro a un negocio de maquinitas electrónicas. A esa hora, está casi lleno.
No se ven jóvenes, sino adultos de edad media y mayores. Incluso, mujeres. Ya mayores.
Doy una vuelta por el lugar, como buscando mi propio espacio. Una de las personas con galletas, tostadas y tinto, me saluda. Justo lo que quería, el cafecito.
Sonrío con gratitud y sigo el recorrido. Personas cansadas que meten una ficha (las hay de diversos colores, plásticas) Activan un botón o una manija y esperan que las imágenes giren.
Esperan el sonido que les indique que ganaron. Pero nada, la suerte les resulta esquiva.
Miro el reloj, pantomima para indicar algo así como “Me cogió el tiempo”, y la mejor excusa cuando uno se toma un tinto a la gorra, a esa hora, cuando el sol aún no se asoma perezoso en el horizonte.
Un común denominador en los jugadores: derrota, frustración y desesperanza.
Carvajalito, que trabajó como publicista para los propietarios de los casinos que son un mismo consorcio, de chinos, me contó historias de quienes entraron con plata, sonrientes, y salieron con rabia, repartiendo madrazos, mientras los empleados de seguridad les decían: “Salga ya, no se meta en problemas”
Adictos a la adrenalina pura, que ingresan en los pasillos y entresijos de la ludopatía, esperando conseguir más dinero, pero terminan sin un peso, ni siquiera lo del mercado.
Irónico, porque en la entrada del enorme local hay un letrero con luces brillantes: “Aquí sus sueños se hacen realidad”
Pienso que más que un eslogan, es una burla para quienes se encuentran atrapados en el juego, inmersos en esas dosis diarias de adrenalina que les hace falta, tanto como a mí, el cafecito de la mañana…
@CrónicasdeMacondo

