Según José Román González, Docente de Administración de Empresas, Universidad de América, como cada diciembre, el país se prepara para definir el salario mínimo del próximo año. Pero esta vez la decisión tiene un peso especial: no solo porque millones de colombianos dependen de este ingreso, sino porque 2026 será un año electoral, y eso puede poner más presión sobre el debate.
El proceso comienza el 1 de diciembre y reúne a trabajadores, empresarios y Gobierno. Si no hay acuerdo, el Gobierno puede fijar el aumento por decreto el 30 de diciembre. Aunque este procedimiento es conocido, lo que hace diferente la discusión de este año es el ambiente político que la rodea.
Para tomar una buena decisión, es necesario mirar tres cosas:
- La inflación, es decir, cuánto ha subido el costo de vida. Aunque ha bajado, todavía afecta el bolsillo de las familias.
- La productividad, que muestra cuánto produce el país en relación con el trabajo o el capital. Si la productividad sube poco, no es sostenible aumentar demasiado los salarios.
- La capacidad de las empresas, especialmente las pequeñas, que hoy enfrentan altos costos y riesgo de cierre.
Un aumento exagerado puede sonar atractivo en el corto plazo, pero podría generar problemas más adelante: más informalidad, menos contratación y más dificultades para las empresas. Por el contrario, un aumento demasiado bajo afectaría a millones de trabajadores que necesitan recuperar su poder adquisitivo.
La clave está en encontrar un equilibrio responsable, uno que proteja a las familias sin poner en riesgo el empleo formal.
Este no puede ser un debate entre “trabajadores vs. empresarios”. La economía funciona cuando ambos pueden avanzar y sostenerse mutuamente. De nada sirve un salario más alto si las empresas que lo pagan no pueden sobrevivir, y tampoco sirve una empresa próspera con trabajadores empobrecidos.
Lo que está en juego es más grande que un porcentaje: es la capacidad del país para tomar decisiones justas, equilibradas y basadas en evidencia, no en cálculos electorales.
El salario mínimo de 2026 mostrará qué tipo de país queremos ser:
uno que piensa a corto plazo o uno que planea con visión de futuro.

