El cacao colombiano sigue ganando reconocimiento internacional gracias a su calidad y riqueza cultural. Un ejemplo de ello es Fruto de Cacao, un proyecto amazónico que ha logrado seducir al prestigioso Museo Quai Branly – Jacques Chirac en París, donde permanecerá de manera indefinida como símbolo de la tradición y el arte culinario de Colombia. Este logro posiciona al país como referente mundial en la producción de chocolate de origen.
El cacao amazónico como patrimonio cultural
El proyecto Fruto de Cacao nace en la Amazonía colombiana, una región que conserva prácticas ancestrales en el cultivo y transformación del cacao. Más allá de ser un producto gastronómico, representa un legado cultural que conecta a las comunidades con su territorio. Cada barra de chocolate es el resultado de un proceso artesanal que rescata saberes tradicionales y promueve la sostenibilidad.
Reconocimiento en el Museo Quai Branly
El Museo Quai Branly, dedicado a las artes y civilizaciones no occidentales, ha incluido a Fruto de Cacao en su colección permanente. Este reconocimiento no solo destaca la calidad del chocolate colombiano, sino también su valor como expresión cultural. La presencia de este producto en París reafirma la importancia del cacao amazónico como embajador de la identidad colombiana en escenarios internacionales.
Innovación y sostenibilidad en la producción
Fruto de Cacao se distingue por su enfoque sostenible. El proyecto trabaja directamente con comunidades amazónicas, garantizando un comercio justo y promoviendo la conservación de los bosques. Además, la producción se realiza con técnicas innovadoras que mantienen la pureza del cacao y resaltan sus notas únicas de sabor. Este equilibrio entre tradición e innovación ha sido clave para su éxito global.
Colombia como potencia chocolatera
El reconocimiento en París fortalece la imagen de Colombia como potencia chocolatera. El país no solo ofrece cacao de alta calidad, sino también proyectos que integran cultura, sostenibilidad y gastronomía. Fruto de Cacao es un ejemplo de cómo los productos locales pueden convertirse en símbolos internacionales, impulsando el turismo y la economía rural