El departamento de Nariño atraviesa uno de los periodos de lluvias más intensos de los últimos años. En diversas zonas rurales y urbanas se han registrado afectaciones severas, desde deslizamientos de tierra hasta inundaciones que han dejado viviendas destruidas, vías colapsadas y cultivos arrasados. Aunque el fenómeno forma parte de la estacionalidad climática del suroccidente colombiano, su magnitud y persistencia generan preocupación y plantean interrogantes sobre la preparación de las comunidades ante eventos cada vez más extremos.
🌧 Un régimen de lluvias que supera los promedios históricos
Nariño, debido a su cercanía al océano Pacífico y a la cordillera de los Andes, registra habitualmente altos niveles de precipitaciones. Sin embargo, durante las últimas semanas, diversos municipios han reportado acumulados pluviométricos que superan los registros promedio para esta época del año.
Según observaciones locales y reportes de líderes comunitarios, lluvias continuas durante varias horas —e incluso días completos sin tregua— han provocado la saturación de suelos y el aumento acelerado del caudal de ríos, quebradas y canales de drenaje natural.
Especialistas en clima señalan que estos patrones pueden estar relacionados con variaciones irregulares del ciclo climático regional y la transición entre fenómenos oceánicos como La Niña o su fase fría residual, que históricamente han afectado a Nariño con lluvias persistentes.
🏘 Daños en viviendas y desplazamiento de familias
Viviendas localizadas en zonas bajas o próximas a ríos han sufrido graves inundaciones, con pérdida total de enseres, daños en paredes, techos y estructuras. En varios corregimientos de la cordillera nariñense, casas construidas con materiales tradicionales —adobe, madera, bahareque o ladrillo no reforzado— han quedado en riesgo de colapso debido a los deslizamientos.
Algunas familias han debido evacuar de manera preventiva hacia casas vecinas, salones comunales o refugios improvisados. En ciertos sectores rurales, las comunidades han reportado dificultades para acceder a agua potable, ya que pozos, tanques y sistemas de captación resultaron contaminados por el desborde de quebradas.
🚜 Afectación al sector agrícola: pérdidas críticas para la economía local
La agricultura, uno de los pilares económicos de Nariño, es también una de las más golpeadas por esta emergencia. Campesinos han informado afectaciones a cultivos de:
café
plátano
papa
fríjol
maíz
hortalizas
La combinación de encharcamientos, derrumbes, desbordamiento de ríos y erosión ha destruido áreas productivas completas, comprometiendo no solo la economía de las familias, sino también el abastecimiento local.
Algunos productores expresan que las lluvias no solo dañan los cultivos actuales, sino que también retrasan los ciclos de siembra y cosecha, lo que puede generar un impacto a largo plazo en la productividad de la región.
🛣 Vías colapsadas e interrupción de la movilidad rural
Los deslizamientos de tierra han afectado múltiples tramos de vías terciarias y carreteras que conectan veredas con cabeceras municipales. En zonas montañosas, se han registrado:
derrumbes de gran tamaño
hundimientos de calzada
caída de rocas
taponamientos de canales de desagüe
pérdida de puentes artesanales
Estas afectaciones dificultan la llegada de ayuda humanitaria y el transporte de productos básicos. En algunos sectores, la única salida ha sido abrir caminos peatonales alternos, lo cual incrementa la vulnerabilidad de la población, especialmente de adultos mayores, niños y mujeres embarazadas.
🆘 Una respuesta institucional puesta a prueba
Las administraciones municipales, la Unidad de Gestión del Riesgo y organismos de socorro han activado protocolos de atención, realizando visitas técnicas, evacuaciones y monitoreo permanente de zonas críticas. También se han dispuesto albergues temporales y se han publicado alertas preventivas mediante radios comunitarias y redes sociales.
Sin embargo, varias comunidades afirman que la capacidad institucional es insuficiente para el volumen de emergencias que se presentan simultáneamente. En algunos sectores remotos, la llegada de ayuda se ha demorado días debido a vías cerradas, presencia de taludes inestables o la falta de maquinaria para remover material.
La situación ha reabierto el debate sobre la necesidad de invertir en obras estructurales de mitigación, como muros de contención, canalización de ríos, estabilización de taludes y mejoramiento de la infraestructura vial.
🏞 Una mirada histórica: Nariño y su relación con los desastres climáticos
Nariño presenta una larga historia de emergencias asociadas a lluvias. Municipios como Tumaco, Barbacoas, Ricaurte, Mallama, La Cruz, Córdoba y Samaniego han enfrentado inundaciones y deslizamientos periódicos durante décadas.
Eventos particularmente fuertes en los años 2009, 2011, 2017 y 2022 dejaron miles de damnificados y millonarias pérdidas materiales. Cada temporada lluviosa revela nuevamente la fragilidad del territorio ante procesos geológicos y climáticos, y la dependencia de muchas familias de actividades agrícolas altamente vulnerables a las precipitaciones extremas.
🔍 ¿Por qué Nariño es tan vulnerable?
Expertos en riesgo destacan varios factores:
Geomorfología montañosa: pendientes pronunciadas y suelos inestables.
Deforestación rural: reduce la capacidad del terreno para retener agua.
Viviendas sin diseños antisísmicos ni adaptaciones climáticas.
Crecimiento informal de asentamientos en zonas de alto riesgo.
Infraestructura vial débil ante lluvias constantes.
Cambio climático: lluvias más intensas y prolongadas.
Este conjunto de factores convierte cualquier temporada de lluvias en un potencial escenario de desastre.
🌿 Retos a futuro: prevención, ordenamiento y resiliencia
La situación actual abre la puerta a una reflexión profunda sobre cómo reducir el impacto de futuras lluvias:
Implementar sistemas robustos de alerta temprana en zonas rurales.
Reubicar viviendas ubicadas en áreas de deslizamiento o inundación recurrente.
Fortalecer la educación comunitaria en gestión del riesgo.
Realizar mantenimiento continuo de vías, cunetas y taludes.
Invertir en obras de mitigación y en reforestación.
Promover alternativas productivas más resilientes a cambios climáticos.
Las autoridades y las organizaciones comunitarias coinciden en que la preparación es clave para evitar tragedias mayores.
🧭 Conclusión: una emergencia que exige acción sostenida
Las intensas lluvias que hoy afectan a Nariño no son un episodio aislado, sino parte de una realidad climática que se está volviendo más extrema e impredecible. Las familias, especialmente en zonas rurales, necesitan apoyo inmediato, pero también soluciones de fondo que reduzcan su vulnerabilidad estructural.
El departamento enfrenta una oportunidad crucial: transformar esta emergencia en un llamado a fortalecer la resiliencia, modernizar su infraestructura y proteger la vida y el bienestar de miles de habitantes que cada año reviven el temor de que la lluvia vuelva a destruir lo que han construido con esfuerzo.

