William Lucero, presidente.

Falta de recursos y diálogo ahogan el arte nariñense, advierte el Consejo de Cultura

En su calidad de Presidente del Consejo Departamental de Cultura de Nariño, el gestor cultural Luis William Lucero hizo público un pronunciamiento en el que expone la crítica situación que atraviesa la cultura nariñense y el manejo institucional de la Gobernación de Nariño.

El documento, presentado desde una mirada ciudadana y representativa del sector, manifiesta las preocupaciones actuales frente a la gestión cultural, la distribución del presupuesto y los compromisos pendientes del gobierno departamental con la comunidad artística.

Presupuesto

“¿Cuánto vale la cultura en Nariño?”, se pregunta Lucero al iniciar su análisis. Aunque el Plan de Desarrollo Departamental declara que la cultura es un eje transversal del progreso, la realidad es otra: el presupuesto asignado apenas alcanza el 0,35 % del total departamental, una cifra que, según él, refleja el bajo interés institucional por el arte y la creatividad.

En los documentos oficiales se habla de fortalecer identidades y creatividad, pero en la práctica el sector cultural sobrevive con recursos mínimos, falta de planificación y sin una política pública actualizada.

Durante los últimos años, el Consejo ha enfrentado negligencia administrativa, ausencia de diálogo y el control excesivo de operadores privados, quienes manejan recursos sin procesos claros de rendición de cuentas.

Petición

Lucero señala que la Dirección Administrativa de Cultura, en lugar de actuar como un puente entre la institucionalidad y los artistas, se ha convertido en un muro que limita la participación y desconecta a los creadores de su propio futuro.

El Consejo Departamental de Cultura (2022–2025) presentó un derecho de petición en el que exige respuestas concretas sobre tres puntos esenciales:

Por qué los operadores concentran decisiones sin control ciudadano; por qué se ha impedido la participación del sector en el Consejo Territorial de Planeación; y por qué el gobernador Luis Alfonso Escobar ha incumplido los pactos culturales firmados en campaña, donde se comprometió a fortalecer la institucionalidad y aumentar el presupuesto.

Llamado

A lo largo de este periodo ya han pasado tres direcciones de cultura, sin que se perciba una línea de trabajo coherente o sostenible. El saldo, según Lucero, es desolador: una política cultural vencida, un programa de estímulos insuficiente y miles de artistas desmotivados que sienten que su esfuerzo se reduce a simples actos de protocolo.

“La cultura de Nariño no pide favores, exige respeto, claridad y futuro”, enfatiza el presidente del Consejo.

En un departamento reconocido en Colombia y el mundo por su creatividad, diversidad y patrimonio vivo, no invertir en cultura es según Lucero renunciar a la esencia misma del territorio.

Y concluye con un llamado contundente: “Cuando la política deja de escuchar al arte, la cultura —esa máscara viva de Nariño— empieza a quedarse sin aire”.