Por: Elsy Melo
“Buscar un tema para escribir a veces no basta, es necesario un motivo que nos convoque a decir algo, a dejar rastro de una idea, de una emoción, de una inquietud. Así, más allá del tema, me detengo a pensar en lo que nos inspira. ¿Qué es eso que nos impulsa a tomar el lápiz, abrir el archivo en blanco, y atrevernos a escribir?
Remontarse en la historia puede ser una fuente de inspiración. Y al hacerlo, nos damos cuenta que durante siglos, las mujeres escribieron en las sombras; algunas usaron seudónimos masculinos; otras, simplemente, nunca publicaron. La escritura estaba prohibida, expresar sus pensamientos, narrar sus vidas, cuestionar las estructuras, era una forma de transgresión. Sin embargo, con el tiempo, algunas rompieron el silencio y nos abrieron el camino.
Virginia Woolf, por ejemplo, no solo escribió, sino que también pensó sobre la escritura femenina. En su ensayo Un Cuarto Propia, defendió la necesidad de un espacio físico y simbólico donde las mujeres pudieran crear, escribía no solo con pluma, sino con una mirada crítica sobre la exclusión histórica de las mujeres en la literatura. En América Latina, Corín Tellado, aunque desde una narrativa más ligera y popular, logró conectar con millones de lectoras que encontraron en sus historias de amor un espejo, una evasión o, tal vez, un deseo.
Ambas, tan distintas en estilo y enfoque, nos hablan del valor de escribir desde lo que se es, desde lo que se vive. Y en ese sentido, nos inspiran. Inspirar, del latín inspirare, significa literalmente «soplar hacia adentro». Así lo entiendo: como un aliento vital que llega desde algún lugar —una lectura, una vivencia, una conversación, una injusticia, un sueño, una memoria— y que nos llena el pecho hasta que ya no podemos callar. Es entonces cuando nace el deseo de escribir.
Hoy, muchas mujeres escribimos sin seudónimos, sin permiso ajeno, pero aún con desafíos. Porque todavía hay barreras: la autoexigencia excesiva, la falta de tiempo por las múltiples tareas que asumimos, los juicios sobre lo que “vale” o no como literatura. Por eso, la inspiración no basta si no va acompañada de decisión, de valentía y de redes que alienten la escritura como un derecho, no como un privilegio.
De allí la importancia de visibilizar esas fuentes de inspiración para las nuevas escritoras y lectoras. Leer a otras mujeres que escriben nos demuestra que se puede, que nuestras palabras importan, que nuestras historias también merecen ser contadas. Y que cada vez que una mujer escribe, está trazando un puente con otras, está diciendo: “yo también estuve allí, y esto fue lo que sentí”.
Escribir, entonces, no es un lujo. Es una forma de resistir, de sanar, de pensar el mundo y de hacerlo nuestro. Que no falten las preguntas, ni los motivos, ni los nombres que nos inspiran. Porque mientras haya algo que decir, habrá mujeres escribiendo”. (Docente ESAP Mag. Yudy Zambrano Meza).

